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Pido un reflexión para modificar el modelo de examen y poder filosofar en Segundo de Bachillerato

También es una casualidad. Pero hace exactamente siete años menos un día (27-XI-2013) escribía yo un artículo a modo de epitafio en el que despedía, con dolor, la presencia de buena parte de la filosofía en la Educación Secundaria. "Volaban" la ética, asignatura con sustantividad propia adscrita al Departamento de filosofía, así como la Historia de la Filosofía, relegada a una optativa de una modalidad de bachillerato. Era un "adiós" que me temía definitivo. Pero miren por dónde, la controvertida ley Celaá me da, por lo menos, una alegría. O dos alegrías. Es la vuelta de la Historia de la Filosofía como asignatura común al Segundo de Bachillerato. Es la vuelta de la Ética como asignatura común para los alumnos de la Secundaria obligatoria, si bien no determinan el curso. Reflexionaba entonces diciéndome que algo malo habríamos hecho los profesores de filosofía para hacerla desaparecer en la práctica, o tal vez algo bueno habríamos hecho, algo bueno que no gustaba y se nos arrinconaba. Prefiero pensar en lo segundo y por eso me gustaría reforzar esos aspectos positivos y, por si acaso, dar de lado posibles errores cometidos. Pediría que la Ética volviera a tener personalidad propia, con al menos dos horas lectivas, que no vuelva nunca a aparecer como cierta asignatura de relleno o comodín y volvier a manos de especialistas. En cuanto a la Historia de la Filosofía hubo algo, antes y después de la LOMCE, que me parecía que debía ser objeto de reflexión. Se trata del tipo de preguntas que se planteaban en el examen de selectividad. Nunca me gustaron. Ese encadenamiento de ciertas preguntas concretas, que tal vez facilitaran al corrector el desarrollo de su labor, eran un obstáculo a la hora de desarrollar el programa con una perspectiva de formación en la apertura del pensamiento del alumnado a nuevas ideas, a la vez que se facilitaba una revisión razonada y crítica de tantas y tantas ideas que brotaron en nuestra historia. El curso se convertía, en muchos casos incluso desde primero de bachillerato, en un entrenamiento para contestar, modo catequético, las preguntas previsibles del examen para que los alumnos pudieran obtener elevadas calificaciones. Es una tentación que habría que evitar a toda costa. Sé que estando en activo estuve en minoría: la mayoría aceptaba ese modelo. Pido una reflexión para modificar el modelo y poder FILOSOFAR en segundo de bachillerato.

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