Somos ecologistas, animalistas, nuevos humanistas y todo lo que termine en ista. Nos rasgamos las vestiduras por el hotel de Los Genoveses. 200.000 firmas, rápidas, con un mensaje sencillo y convincente: no queremos acabar con la belleza de este paisaje natural, protegemos esa serena paz frente al turismo de billete, contra la masificación de unos pocos privilegiados, que seguramente vieran con espanto lo que nosotros cegamos. Los invernaderos jalonan los caminos del parque natural sin consideraciones ni respetos. Sin las sencillas y obligadas pantallas vegetales que nada costaría a los agricultores. Pero este pensamiento de fastidio se desvanece en la nimiedad cuando irrumpe en el paisaje un asentamiento. Chabolas de cartón y plástico. Muchas. Demasiadas como para no verlo y olvidarte al remanso de la playa. Es una ciudad de miseria (y ahora de inseguridad vírica), con más habitantes que los que puedan sumar Los Albaricoques y Barranquete. Y nadie hace nada. Es la agricultura. Nuestro orgullo almeriense de firma.

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