La tapia del manicomio

Borrado de memoria

Como en España se imita todo, la marea rompedora de estatuas no tardará. En Almería hay poco que derribar, como en todo pueblo pobre

En el s. VIII se desató en el Imperio Bizantino la fiebre de la iconoclastia. A un puñado de forofos puristas cristianos les dio por atizar a toda imagen religiosa y hacerla astillas o escombros, según fueran de madera o de piedra. Los protestantes calvinistas holandeses los imitaron en el s. XVI y se liaron a romper imágenes, hasta que se cabreó Carlos V y se montó la guerra de los ochenta años. Los musulmanes son iconoclastas por definición: tienen prohibidas las imágenes de cualquier tipo. En el siglo XIX vinieron las desamortizaciones. Aquí ya se dejaron de historias y de religiones y se dedicaron a enriquecerse los campesinos que habían ido acumulando dineros y que, aprovechando que estaban de saldos, se quedaron con los bienes de la Iglesia. Muchos hasta lograron comprar títulos nobiliarios a monarcas -una vez más- oportunistas.

Pero esta historia no comenzó en el siglo VIII. En el antiguo Egipto, cualquier faraón se pasaba la vida construyendo sus monumentos para la posteridad, y luego sus sucesores solo tenían que raspar el nombre en el cartucho y poner el suyo. Los romanos ejercían la "damnatio memoriae", que es parecido a lo que hizo Stalin. Y el ejemplo ha perdurado. En estos días una nueva oleada de iconoclastia ha invadido el mundo tras el infame asesinato de George Floyd. De momento, en USA han cobrado Colón e Isabel la Católica y la cosa no ha hecho más que empezar. Como en España se imita todo, la marea rompedora de estatuas no tardará. En Almería hay poco que derribar, como en todo pueblo pobre, pero algo hay y vamos a dar una primera lista, sin profundizar aún. Por orden de antigüedad, tenemos a Santiago Matamoros por racista: sobre la puerta de la iglesia de su nombre está matando moros a espadazos. El Discóbolo debe caer por griego esclavista, pedófilo y exhibicionista (está en pelotas). Hay que quitar la estatua de Jairán por xenófobo (levantó murallas) y anticristiano. Y el busto del obispo Diego Ventaja, aunque solo sea por su nombre, más propio de un pícaro del Siglo de Oro, como dijo Quiñones. Hay que aprovechar para quitar el escudo franquista de Hacienda, que parece que no hay huevos. Del Pingurucho (rojos y militaristas) no hablamos porque ya están en ello nuestras autoridades. Debe caer el monumento a San Valentín, por ser un horror y una cursilada. Salmerón -por masón y ateo- y John Lennon -por drogata y músico- cierran de momento esta lista de borrado urgente de memoria.

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