Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Por qué no como los CDR

Este país se ha convertido en un sitio donde abusar puede estar muy poco o nada penado

El taxi es una forma muy razonable y asequible de desplazarse en la ciudad; lo utilizo con frecuencia y, salvo alguna vez contada, nunca he tenido una mala experiencia. Casi todo se ha dicho ya sobre la guerra abierta entre este sector tradicional y su mutante digital, de autónomos más o menos falsos dependientes de una plataforma intermediaria que es objeto del deseo de grandes inversores, y que también es una vía decente de salir del paro: los VTC. Esto no va hoy de un conflicto que huele a fin de era. Al hilo del taxi, va sobre cómo este país se ha convertido en un sitio donde abusar puede estar muy poco o nada penado. Y de cómo las culpas son de otro por principio: España, el Gobierno, mi padre, el profesor, los inmigrantes, los fascistas, los podemitas.

Ayer lunes, en la radio que da cuenta de las movilizaciones de taxistas en Madrid, un portavoz: "¿Cómo puede un Gobierno socialista mandar a la Policía contra los trabajadores?", como si ser trabajador te blindara de ser reprimido cuando te comportas como un vándalo o un matón y te da igual fastidiar a miles de personas, también trabajadores. Otro, más temprano: "¿Que nos echan de la Castellana? Pues ahora vamos a bloquear toda la ciudad, ea", como un niño que dice que no va a respirar hasta que se le dé el capricho. El primero, un ejemplo de cómo en este país ser de izquierdas es complicado -serás sospechoso- si crees en el principio de autoridad: "Autoridad igual a fascismo", sobre todo si el que agrede, destroza o colapsa es uno mismo, claro. El segundo, un ejemplo de la infantilización de la sociedad, donde todas las culpas están fuera, en otros; y todos los derechos se exigen sin contrapartida personal. Los jóvenes crecen, y se convierten en adolescentes de 40 o 50 años.

Campar por tus fueros sale gratis: otro taxista fue grabado mientras se tiraba haciéndose el muerto cuando un policía apenas le roza la mano para avisarle de algo: le buscaba la ruina al agente, y saldrá de rositas sin una mísera multa. Junto el viento del norte de los difusos chalecos amarillos franceses, parece cundir el ejemplo de los CDR independentistas catalanes, somatenes de tufo guerracivilista. Recordemos que el somatén fue un cuerpo parapolicial, precisamente catalán, para defensa propia y la de la tierra. En la Dictadura de Primo de Rivera los somatenes se extendieron a toda España. La II República los disolvió, y Franco los restituyó. En una reedición de aquella distopía, muchos pedirían amparo policial u otros Cuerpos de Seguridad. Los llorarían desamparados. Como niños.

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