República de las Letras

NO AL CONFINAMIENTO

Que hubieran hecho las cosas bien, todos, hasta el final. Yo no me confino. Que se confinen ellos

Para algunos lo mejor contra la expansión del coronavirus es el confinamiento, como se vio de marzo a junio. Sin embargo, todos los que ahora lo piden criticaron duramente al Gobierno cuando dictó aquella tan drástica medida. Dijeron que era un atentado a las libertades constitucionales. Acusaron a Sánchez de mentir en las cifras de contagiados y muertos a causa de la pandemia para justificarlo. Advertían de que el fin último de aquel confinamiento no era otro que ejercer un control remoto sobre la población.

Todo eso llevaría finalmente, según ellos, a acabar con el régimen democrático e implantar una dictadura socialcomunista bajo la inspiración directa de Pablo Iglesias, "el coletas". Todo un discurso vano, disparatado y vacuo que para nada tenía presente la enorme mortalidad del coronavirus, su transmisión desaforada y el peligro sanitario real que representaba. Pues bien, todo ese entramado teórico, que tantos fanáticos seguidores de consignas asimilaron como suyo, se les vino abajo cuando el Gobierno, cediendo a las presiones de la patronal, inició una desescalada que fue exageradamente rápida, con la vista puesta únicamente en la campaña turística de verano, una campaña que se fue al garete finalmente por las medidas, mucho más sensatas y prudentes, que adoptaron los países tradicionalmente emisores del turismo extranjero hacia España.

Y vino una época de alegre vivir, de salir, de disfrutar, de dar al mundo la impresión de que aquí, precisamente gracias al confinamiento radical impuesto por el Gobierno, antes tan criticado, habíamos dominado al temible coronavirus: la economía estaba salvada.

Pero cuando despertaron todos esos, el coronavirus seguía aquí. Los contagios y las muertes han continuado. Los gobiernos autonómicos han sido nefastos en la gestión de la pandemia y ahora claman por que sea el Gobierno el que decrete un confinamiento general tan duro como aquel. Su único fin es salvar la campaña de Navidad: vuelven a colocar a la economía por encima del problema real, la Salud.

Y quieren otro confinamiento, pero -cobardes como son- bajo la responsabilidad de otros. Ya no alimentan teorías conspiranoicas, ni salen a los balcones a dar caceroladas. Pues bien: yo ya cumplí con el confinamiento y aún estoy pagando sus consecuencias. Que hubieran hecho las cosas bien, todos, hasta el final. Que no me busquen. Yo no me confino. Que se confinen ellos.

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