Cachetes

El programa ha rescatado a medias la música de la televisión, erradicada como una mala hierba

El único programa de la televisión contaminada y pervertida que aporta unos cachitos de originalidad y transgresión es efectivamente el ídem de hierro y cromo. En medio de la nada, en la segunda, ese canal que apenas nadie ve y que deja resquicios para evitar la mano censora del gran hermano de los tiempos modernos, en donde nadie mira, en ese rincón en el que la cámara del gran ojo no llega, el gran ojo de la conciencia global que es la conciencia particular de algunos que vigilan cada cosa, cada frase, cada gesto a ver si es punible fiscalizándose mutuamente, a los demás, a los contrarios, a sus propios miembros tribales. De pronto alguien en la tribu advierte que en ese rincón no se están cumpliendo los cánones de la neutralidad-planeidad. Precisamente es en la gracia del programa, los subtítulos, dónde los guionistas aprovechan el ángulo muerto de los censores que como mastines se lanzan hacia donde se pueda atrapar la presa y descuartizarla. Si el chiste ofende al color A los del color B ríen como monos y los del color A chillan ofendidos blandiendo las cachiporras. Si el mismo chistes se le hace al color B los del color A ríen como hienas y los del color B gruñen como perros que huelen el peligro. Cachitos tiene ese tono de televisión perdida y jamás encontrada del mundo gris de los archivadores kilométricos donde yacen cintas de lo que fue y nunca será más. Orquestas que tocaban de verdad detrás de un cantante que vestía de trajes horror imposibles de los setenta. Las manos suben escaleras para destapar cajas redondas con filmes encontrando trozos del pasado y escribiendo subtítulos poco solemnes para que el programa no sea un mundo mudo de imágenes borrosas. El programa ha rescatado a medias la música de la televisión, erradicada como una mala hierba que ya sólo estorbaba. Pero el mundo de la televisión-cajón con dos botones en el salón encima de la mesa con bajera para las revistas vuelve e ignora a los que mañana buscarán temprano donde puede estar la posible ofensa ridícula, el siguiente escándalo de la señorita pepis, la noticia falsa que necesitan cada día para vivir en la excusa de que son los demás, los contrarios, los culpables de que el mundo no sea como no ha sido nunca. Una nota. Inventaron hace tiempo una cosa para no quedarse a deshoras a ver los programas y no es el vhs. Y mira, das a grabar y lo puedes ver al día siguiente a cachitos.

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