Caja Negra

A veces el bien común es el menos común de los bienes, entonces se convierte en un bien propio y se aleja de lo común

Alguien tuvo una vez la sensacional idea de inventar un artilugio para registrar la actividad y averiguar las posibles deficiencias en caso de accidente. Esa idea, tan buena, que resolvió multitud de dudas provenientes de los vericuetos judiciales debería exportarse a otros contextos y situaciones. Si fuese así quedarían resueltos cientos de problemas. Por ejemplo, hablaré del mundo político - cómo no-. Pensemos: de existir un dispositivo similar, cada vez que uno de esos profesionales, sin la licenciatura en ciencias políticas, provocara alguna anomalía existiría una prueba contundente de su acción, alejando así cualquier especulación sobre su moralidad. El político sería culpable sin más, sin replicas, sin dobles morales, sin falsedades. La cultura que tenemos de las dos justicias (la de los poderosos y la de los débiles) desaparecería al igual que las historias de ciencia ficción en torno a imputaciones, investigaciones y delitos penales que luego resultan que nunca han existido. Una caja negra política no solo sanearía la coyuntura dándole a la picaresca nacional un mazazo sino que le daría al corrupto su castigo. Pues bien, yo creo que esa caja negra existe y que está alojada en los textos históricos. Una lectura hermenéutica al respecto puede resolver la naturaleza de ciertas políticas y esbozar un futuro. Veamos: sin ir más lejos en Almería hay una larga tradición de incoherencias en torno a la prosperidad, los emprendedores, las promesas y las visitas al juzgado. Algo no funciona, está claro, y me temo que no es el amor a la tierra. El amor patrio se tilda de amor a lo propio. Pero ¿qué hay detrás de eso? Si analizamos a Nicolás Salmerón, almeriense de Alhama, diputado por Badajoz, expresidente de la I República y catedrático de Metafísica, veremos algo interesante: al terminar su vida pública trató de regresar a su tierra e introducirse en la política local. Lo intentó ciertamente pero no le dieron facilidades. El caso es que no consiguió su objetivo. No le dejaron. Le pusieron todo tipo de obstáculos y filtros. ¡Absurdo y triste¡ Pero, ¿hay una caja negra mejor que esta? A mi esa caja me dice que en la idiosincrasia local la prosperidad no tiene nada que ver con el bien común y que el bien común es el menos común de los bienes. Salmerón deseaba una Almería distinta, la que añoraba el pueblo, pero no dejaron y aun no le dejan.

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