Mientras el mundo gira

Andrés Caparrós

Calvario calvente

Créame, quienes vivimos ayer el "esplendor en la hierba", sabemos que usted, también usted, morderá el polvo de esa añoranza

C ALVENTE, es el calvario de Pablo e Irene. Ellos responden con la potencia de fuego y el desahogo que da el poder. El jueves, José Manuel Calvente expresó ante el Juez el sufrimiento que por el acoso y las amenazas de los marqueses de Galapagar están viviendo su familia y él. Tras sus declaraciones, sabemos cómo es el miedo del ex responsable jurídico de Unidas Podemos; y por las descalificaciones y burlas de Echenique, imaginamos cuánta es la rabia que Irene y Pablo sienten por el calvario judicial en que los ha metido Calvente. El argumento voceado por el argentino Echenique en nombre de sus empleadores, es que las acusaciones están basadas en suposiciones, en rumores de pasillo, en la inexsistencia de pruebas documentales y que, por lo tanto, no hay caso. Una opinión que el juez García Castejón todavía no comparte ni parece que vaya a compartir más adelante. Lo que sea, sonará. De momento lo que sonó el jueves fue la alarma:

"Mis ex compañeros me han pedido reiteradamente que no testificara en la Audiencia Nacional. No querían que hablara aquí, me decían que me acogiera al secreto profesional; que lo contrario tendría sus peligros; te vas a arrepentir toda la vida si hablas, te van a machacar».

Y en estas estamos, cuando la Ministra de Igualdad viene a decir y dice que las miradas y sutiles insinuaciones computan como delito de violencia sexual contra la mujer. Entonces, podría pensar el juez, la apropiación de la microtarjeta SD del teléfono de Dina, ¿qué es lo que es? - se preguntaría a sí mismo así miso el juez, si fuera almeriense - Evidentemente, Echenique y la señora Ministra Montero, van a contrapié, "contrapeados" - dicen los músicos - cuando él afirma con conmovedores alardes de superioridad, que Calvente toca de oído, sin partitura, solo por las miradas, sonrisas y sutiles insinuaciones - lo que no computa como delito - y ella declara que algo así sin duda es un delito de acoso contra la libertad sexual de la mujer. Por cierto, ¿y si es la mujer la que mira provocativamente? Porque a veces ocurre. ¿Qué hombre de buen ver diría que nunca se ha sentido acosado por una mirada así? Señora Montero, a partir de ahora hay que exigirle a la Ministra de Igualdad que iguale, que no haya agravios comparativos, que las insinuantes miradas de un hombre a una mujer tengan en los tribunales la misma credibilidad y la misma pena que las de una mujer a un hombre. Porque si no, seguirá haciendo el ridículo.

Es pronto, falta mucho. Pero llegará el día en que se dé cuenta. Será cuando el tiempo lamine su engreimiento, su juventud y su belleza. Será cuando ya ningún hombre la mire con el más leve atisbo de deseo. Ni con el fingido interés de ahora porque es poderosa. Créame, quienes vivimos ayer el "esplendor en la hierba", sabemos que usted, también usted, morderá el polvo de esa añoranza.

Mientras el mundo gira.

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