Cambio de ciclo

O fortalecemos la vía democrática o no saldremos, la sociedad en su conjunto, de ese pozo de silencioso

Completamente de acuerdo, se hace necesario un cambio de ciclo político a nivel nacional para poder resolver las demandas y las inquietudes de la ciudadanía con mayor eficacia, eficiencia y celeridad, todo ello, desde una visión de cohesión en la gobernanza y en la gestión pública en una línea y una meta desde la verdad política, que permita transmitir a los sentires más asépticos y a pie de calle, un mínimo signo esperanzador de certidumbre, en el sentido que, la recuperación económica de España no solo es posible sino urgente, pero dentro de un marco ético y deontológico de entendimiento cívico-social.

Se hace imprescindible con otras palabras, renovarse o morir, porque una mayoría de personas estamos cansados de los desmanes y advenimientos de cesaristas, que siempre están ahí detrás de la tramoya para dar el salto al despotismo absolutista en la implementación de políticas con un sesgo que solo hacen deteriorar, aún más, la situación actual en vez de aminorar los efectos de la crisis geoeconómica agudizada por la globalizada pandemia sanitaria.

El tiempo apremia. O fortalecemos la vía democrática, en la que primen la honradez, la transparencia y una verdadera vocación de servicio público, dejando atrás esas proclamas políticas de corte nihilista y hedonista de falsa regeneración, que eclipsan la realidad, basadas en ilusiones mentales de artimañas psicológicas, de engaño constante, permanente y compulsivo, o no saldremos la sociedad en su conjunto de ese pozo de silencioso, asentado en el "totalitarismo democrático" de siglo XXI, que no permite pensar por nosotros mismos y expresar nuestros pensamientos sin temor a consecuencia alguna.

Estamos en tiempos de oscuros peligros para el pensamiento, cuyo hecho lleva consigo en ocasiones a un despellejamiento personal y a la muerte cerebral de la intelectualidad.

Para ello, nos inundan todos los días con una maraña de entretenimientos mediáticos para que no nos despertemos de la ensoñación y, a la vez, no reflexionando, acabemos adoctrinados pacíficamente y en silencio, hipnotizados con las soflamas inventadas, que nos hacen creer desde las astutas redes tendidas del poder en el adagio "laissez faire, laissez passer", y con esta sutilidad melodramática, vivamos con resignación y encadenados a un adormecedor y asimétrico Estado con los vicios de una gran indiferencia hacia los problemas cotidianos de los ciudadanos. Paz y Bien.

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