Es bastante habitual encontrar campañas y comentarios en redes sociales, medios de comunicación, manifiestos, movilizaciones, sobre cómo la normativa educativa va cada vez más en la línea de devaluar las humanidades. Los borradores de la nueva normativa andaluza para la ESO confirman la profecía. Mucha computación, robótica, digitalización, pero la filosofía, las lenguas clásicas, la ética… siguen ocupando un lugar absolutamente secundario.

Sin embargo, hay un escalón inferior: las artes. En este país se sigue considerando que alguien que sabe de dibujo, artes plásticas, música, teatro, danza, etc., son personas que seguramente «no daban para más», o no sabían que hacer con su vida y a falta de otra cosa mejor que hacer, se metieron en artes. Velázquez, Beethoven, Nacho Duato o Jack Nicholson son metidos así, de manera consciente o inconsciente, en el saco de los «perroflautas», inútiles sin ningún tipo de cultura o criterio. Ocurre a diario, como aquel profesor que dijo a una niña que tenía muy buenas calificaciones y no estudiara arte, que «ella podía aspirar a mucho más». Terminó haciendo ciencias, amargada y cambiándose muchos años después a lo que realmente quería.

Hay una tercera cuestión. La Consejería vende como una auténtica hazaña que se hayan aumentado en 500 horas las de la asignatura de lengua y en 617 las de matemáticas, durante la enseñanza obligatoria. Es decir, que a partir de los datos de fracaso y abandono escolar en España, a partir de la enorme desmotivación que existe en buena parte de la juventud y de que se siente que el sistema educativo está obsoleto, aplican el principio de «si no quieres caldo, toma tres tazas». Asignaturas de por sí privilegiadas porque son las instrumentales, las que dan acceso al resto de conocimientos, ahora se ven aún más incrementadas. Por supuesto que hay profesorado de estas materias que motiva a sus estudiantes y sabe hacer las cosas bien o muy bien… pero la cuestión está en que hay chicos y chicas a los que quizá nunca les enganchen la lengua o las matemáticas, pero sí la música, la plástica, la danza, el teatro... Se trata de intentar llegar al máximo de la población y que tengan la oportunidad de acceder a otro tipo de conocimiento, tan importante como todos los demás. Con una visión tan restringida de lo que debe ser la cultura básica de la población, solo se conseguirá un país cada vez más inculto.

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