Especialmente en este mes de julio, la milenaria ruta hacia Compostela se verá hollada por miles y miles de peregrinos con la intención de ganar el jubileo, al tiempo que hacen un turismo diferente, en el que la cultura y la naturaleza son los protagonistas.

El peregrino se identifica exteriormente ante los demás mediante su atuendo, lo que le permite gozar de exenciones de peajes, ser acogido en hospitales, etc. De la manera clásica, a la antigua usanza, vemos que lo cubre una capa con esclavina, un gran sombrero de ala ancha, un saquito de piel (esportilla) para que los salvoconductos no se pierdan y las limosnas, un bastón de madera (bordón) para ayudarse al caminar, una calabaza atada al bastón para el refrigerio con agua, a ser posible fresca, y una concha (venera) cosida a la capa o al sombrero. El más popular y el favorito de los peregrinos es el camino francés. Une la ciudad francesa de Saint Jean Pied de Port con Santiago de Compostela en un recorrido de casi 800 kilómetros dividido en 31 etapas. Este Camino es el más transitado e importante por sus indiscutibles méritos artísticos, culturales y paisajísticos. El Camino de Santiago de Compostela fue declarado por la Unesco Patrimonio Mundial de la Humanidad en su reunión de Cartagena de Indias. Dos padres de la Constitución, Fraga Iribarne, presidente de la Xunta de Galicia, y Jordi Solé Tura, ministro de Cultura en el tercer gabinete de Felipe González, se personaron el París en septiembre de 1993, y ante el director general, Federico Mayor Zaragoza, propusieron lo que meses más tarde sería una realidad, Patrimonio Mundial. A pesar de la secularización de la sociedad, el número de peregrinos que llegan a Compostela es cada día mayor y su aumento no se debe a la publicidad sino a la inquietud y espíritu de búsqueda interior de millones de personas. Tras los muchos meses enmudecido, el Camino de Santiago está celebrando el Año Santo, ampliado a todo este año 2022 por la pandemia. Se denomina año santo de jubileo cuando el día de Santiago Apostol, 25 de julio, cae en domingo. Esto volverá a ocurrir dentro de cinco años, seis años después y otros once después; y esta cadencia se repite sin cesar. Lo esencial no ha cambiado: la aventura de la peregrinación, la atracción del territorio y sus gentes, y el deseo del caminante de ponerse a prueba. En suma, una verdadera revolución espiritual, cultural y social.

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