La atalaya

Eugenio Gonzálvez

Cáritas, el Gobierno y la crisis

SI hay un dato verdaderamente revelador que explica a la perfección el drama que están viviendo muchas familias es, sin duda, el espectacular aumento de inmigrantes y ciudadanos nacionales que, afectados por el imparable ascenso del paro así como por la pérdida de poder adquisitivo, acuden a ONG´s para solicitar comida, ropa, aseo y dinero con el que poder pagar la hipoteca.

Resulta estremecedor leer que, según la Fundación Prolibertas, respecto a 2007, prácticamente se ha duplicado el número de personas que acuden a los comedores sociales, este espectacular incremento se puede comprobar en comedores como el de Triana (Sevilla), Los Trinitarios (Córdoba) o el de El Salvador (Jérez).

En esta línea, según Cáritas, en el primer semestre de 2008, ha habido un incremento del 94,8% en la demanda de alimentos, del 93,3% para transportes, del 43,2% en ropa y calzado y de más del 55% en peticiones de ayuda económica. Sólo, en Madrid, esta organización atendió a 66.804 personas entre junio de 2007 y junio de 2008. Cifras tercermundistas, que causan auténtico pavor al proceder de una nación que se congratula de ser la octava potencia del mundo.

Desgraciadamente, el dilema alcanza cotas de auténtico escándalo cuando al hacer una inmersión en el perfil sociológico de estas estadísticas descubrimos que el 60% de quienes solicitan asistencia son familias jóvenes, de 30 a 40 años, con dos o tres hijos en edad escolar, que han formalizado una hipoteca a 30 ó 40 años; ciudadanos, de los cuales, la mitad son inmigrantes y la otra mitad españoles. Se trata de jóvenes valientes y cargados de coraje, habitualmente con empleos precarios, que sufren ahora la servidumbre de tener un Gobierno inactivo, con un Ministro de Trabajo e Inmigración desaparecido y un Ministro de Economía y Hacienda acomodado a la inercia y a la propaganda; un Gobierno que ha olvidado el esfuerzo que ha realizado buena parte de nuestros jóvenes para emanciparse, asumir responsabilidades y formar su propia familia. Ante esta alarmante situación, el Vicepresidente Solbes le ha pedido imaginación a la sociedad; quizás la misma imaginación que, durante tantos meses, ha tenido el Presidente Zapatero para negar la crisis, esconderse de las críticas, vendernos humo, menospreciar las advertencias de la oposición y buscar sinónimos para tapar los problemas. Estoy seguro de que ese tiempo invertido por el Gobierno en ocultar la realidad ha significado perder multitud de oportunidades, lo que ha relegado a nuestra mejor y más formada generación, a vivir entre ahogos y penurias cuando no a sobrevivir de la generosidad y la beneficencia.

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