La tapia del manicomio

Carné de vacunado

Este sistema habría que aplicarlo al revés: la pegatina infamante la llevaran los no vacunados, sobre todo si es porque se han negado

Joe Biden ha decidido que todos los ciudadanos estadounidenses que hayan recibido la vacuna completa contra el Covid, podrán circular sin mascarilla y sin guardar la distancia de seguridad. Circular por la calle, que dentro de locales, transportes y demás sitios cerrados tendrán que seguir usándola. ¡Qué envidia! (los que estén vacunados, claro), porque en Europa todavía no sabemos cuándo se va a tomar una medida similar; se habla mucho de un carné de vacunado pero no se ha puesto en marcha, y la cosa puede ir para largo si empieza a ejercer el derecho de veto alguno de los veintisiete. No podemos evitar temblar pensando en lo que harán el capo polaco y el führer húngaro, porque seguro que algo tendrán previsto para agradar, es decir, joder al resto de la tropa. Cuando llegue el ansiado carné, nos servirá también -suponemos- para ir sin mascarilla por la calle, además de ser imprescindible para viajar, que es para lo que está previsto.

Sin embargo, que sepamos, en Estados Unidos no han hecho un carné similar al europeo futuro; es más, no tienen ni carné de identidad. Y entonces, ¿cómo sabe la poli de allí si un individuo que va sin mascarilla está inmunizado o no? Cavilando, cavilando se nos ocurren algunos sistemas de control, que les ofrecemos -gratis et amore como de costumbre- a los eficientes cuerpos de seguridad de los estados de Estados Unidos de América. Uno: identificación facial y corporal a primera vista. En este sistema tienen mucha práctica como hemos visto: si va un negro por la calle sin mascarilla se le echa al suelo, se le pone una rodilla en el pescuezo y, si aguanta más de quince minutos es que está vacunado. Si se muere es que era culpable de no estar inmunizado. Dos: para que no caer en el racismo, se puede recurrir a un distintivo cosido a la ropa bien visible y de un color llamativo, para que los vacunados puedan identificarse. En realidad, este sistema que recuerda a lo que hacían los nazis con los judíos, habría que aplicarlo al revés, es decir, que la pegatina infamante la llevaran los no vacunados, especialmente si es porque se han negado a que les pinchen. Pero, ¿quién le pone el cascabel al insolidario? Al que lo intente le puede caer una ráfaga de AK47 o la metralleta que esté de moda esta temporada. Tres: desarrollar el sistema de identificación facial (con el que todos vamos a estar más que fichados) de manera que detecten los anticuerpos que los vacunados han generado. O cualquier otra cipotá que se le pueda ocurrir a alguien, preferentemente que tenga mando en plaza.

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