A Son de Mar

Inmaculada Urán/javier fornieles

Carreras y ciudadanos

Carreras se deja llevar por el miedo y su propuesta es solo una variante del síndrome de Estocolmo

L A operación se inició la semana pasada. Primero fue la excomunión lanzada desde Francia. Y luego se publicó la reprimenda de Carreras a Rivera por no pactar con el PSOE y por haberse convertido en un adolescente caprichoso. Según Carreras, con su actitud, es Rivera el que arroja al PSOE a pactar con Podemos y los nacionalistas.

Puede que acierte Carreras al llamarlo adolescente y caprichoso. Los nuevos partidos se han convertido en viejunos. Se limitan a obedecer al jefe y se prestan a sus deseos con más servilismo incluso que los partidos tradicionales. Pero ¿lleva razón Carreras en lo fundamental? Examinémoslo con un poco de lógica. ¿Tiene la culpa Rivera de que alguien esté dispuesto a pactar con el nacionalismo, con quienes abiertamente dicen que no van a respetar las normas legales o la organización del Estado? Si alguien amenaza con prender fuego a una casa, ¿quién actúa como un adolescente?, ¿quién tiene la responsabilidad? ¿Los ciudadanos por no darles más dinero? Carreras se deja llevar por el miedo y su propuesta es solo una variante del síndrome de Estocolmo. En realidad, da la impresión de que ve a Sánchez más como un peligroso atracador que como un socio sensato para gobernar. Carreras debería mejor escribir a Pedro Sánchez y explicarle educadamente que un presidente, en vez de asustar con el caos para mantenerse en el puesto, tiene antes que declarar sus convicciones y ofrecer, luego, un pacto riguroso. Por ahora, sus portavoces nos recuerdan solo que va a gobernar sí o sí y que les da igual Juana que su hermana. Se limitan a sugerir que si no se les apoya, están dispuestos a cometer cualquier disparate. Eso es todo lo que dan a conocer de sus intenciones y lo peor es que resulta creíble. En las actuales circunstancias, lo que Carreras propone en realidad es que un adolescente caprichoso se junte con otro igual o peor, y rezar confiadamente para que no discutan y no incendien la casa. No nos convence. Entre el pánico de Carreras y el peligro de tanto adolescente, nos quedamos con el anticuado Anguita. Pactos, claro que sí; nos parece que un acuerdo con Ciudadanos puede ser muy razonable. Pero primero el presidente debe dar un paso: tiene que aclarar cuáles son sus ideas, si es un político fiable en determinados asuntos o si es un tipo dispuesto a todo. Y luego ya saben: un mínimo de seriedad y aquello de 'programa, programa'.

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