Opinión

Antonio Hernando Vera

Abogado

Carriles paralelos

Ayer conocimos oficialmente el cierre de la fábrica de Alcoa en Lugo que dejará en la calle a 534 trabajadores. Casi al mismo tiempo, Nissan comunicaba al Gobierno el cierre de su planta de la Zona Franca, provocando que 3.000 trabajadores más pasen a engrosar las ya de por si abultadas cifras de desempleo. Son las consecuencias inmediatas de la pandemia sobre las empresas y sobre la economía de las familias. Podemos controlar el COVID y lo estamos controlando, aplicando estrategias y prácticas para limitar su contagio, pero lo que ya no podemos evitar es que el virus haya instalado una bomba de retardo en muchas empresas de nuestro país. La hibernación de la economía durante estos meses va a tener efectos devastadores a corto y medio plazo, y quizás dé lugar a cambios estructurales de dimensiones aún desconocidas. Nuestro mundo se acerca peligrosamente a un precipicio de profundidad y orografía desconocidas.

La Comisión Europea en un signo de responsabilidad institucional desconocido hasta ahora, parece haber entendido la magnitud del problema al que se enfrenta la economía europea, y ha propuesto la creación de un fondo de 750.000 millones de euros. La mayor parte de los cuales irán destinados España e Italia, como países más afectados por la pandemia. Alguien ha dicho que por fin la UE se ha hecho adulta, si por tal entendemos ese período en el que se alcanza la plenitud de la evolución y permite afrontar la vida con seguridad y serenidad. Si algunas instituciones e instancias europeas y españolas están demostrando signos evidentes de madurez política, otras por el contrario están dando un lamentable espectáculo de inmadurez o infantilismo.

En los últimos días la actualidad política española se ha visto desbordada por un cruce sin cuartel de agresiones verbales, acusaciones de delitos y descalificaciones de todo tipo. El hemiciclo y las salas de comisión del Congreso de los Diputados se han convertido en un improvisado cuadrilátero en el que sus señorías nos recuerdan el duelo a garrotazos de las pinturas negras de Goya. La política y los problemas de miles de empresas, la política y la economía de las familias, en fin, la política y la vida real, parecen discurrir en paralelo, sin que por ahora atisbemos un punto de intersección que nos devuelva la confianza y esperanza colectivas, que tan necesarias son en momentos como este.

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