ANTE mis ojos, este edificio de mi infancia se ha llenado de fantasmas. Vuelvo a este lugar para saludarlo y despedirme. No me despido de una materia inerte. Me despido de unas piedras cargadas de sentimientos. He venido a decirle adiós a mi pasado. Sólo porque es bueno contar pequeñas historias. Sólo porque el mundo está lleno de cosas prosaicas, me he puesto a escribir esta carta, que dejaré en la puerta de tu casa. Te pediré que saludes a los fantasmas de mis juguetes, y al fantasma del tocadiscos y a las canciones inconcebibles. Te pediré que saludes a los gatos y al granizo. Y si ves a los fantasmas que hacen llorar, no les cuentes dónde he ido. Si vives entre estas piedras donde se esconden los fantasmas de mis diez años, vuelve a hablar con ellos, porque les he visto agazapados, esperando unos ojos nuevos y una mirada ilusionada. Madrid, en diciembre de 2009.