Querido hijo: El otro día leí una columna de Gerardo Tecé en la revista CTXT que me arrancó una agradecida risa bajo esa mascarilla obligatoria en el transporte público que nos recuerda que la normalidad aún no ha regresado. Comenzaba así: "Lo mejor de tener hijos es casi todo y lo peor de tener hijos es que tienes que hablar con personas que son madres y padres de otros hijos". Un genial lamento del que, sin duda, tú también te estarás riendo ahora mismo si al leer esta carta eres padre.

Pero una vez devoré la columna, la maternidad, que se había sentado a mi lado a disfrutar también de su lectura, me asaltó a traición con una tremenda pregunta: Y ahora en serio, ¿qué es lo peor de tener hijos?. Me quedé autonoqueada por un instante; era muy temprano para una pregunta de tal intensidad, pero la respuesta se abrió paso rápidamente, como si estuviese programada en el inexplicable sentimiento hacia los hijos: Lo peor sería tener que pedir perdón a tus hijos al final de tu vida. Casi nada. De manera que, entre las oscuras noticias copando los diarios, el desbordante día a día de estos tiempos donde las horas verdaderamente libres para pasar en familia escasean tanto que su disfrute es capaz incluso de hacernos sentir raros o culpables y la cultura de la cómoda comodidad invadiendo el "primer mundo", mi temor a fallarte tomó también asiento a mi vera. Fue un camino a la oficina entretenido, sin duda.

Y es que, si como miembros de una sociedad tenemos la obligación de, como mínimo, no hacer nada que pueda llevar a las siguientes generaciones a vivir en peores condiciones que las nuestras, como madres y padres ese mínimo se eleva hasta obligarnos a luchar porque nuestros hijos vivan mejor que nosotros. Os traemos al mundo con el deber moral de convertiros en una mejor versión de nosotros y de pelear no solo porque tengáis un futuro, sino también porque ese futuro os sea amable y os permita desarrollaros personal y profesionalmente.

Y hoy hijo, poca duda me queda de que la situación global está preparando para los padres y madres con hijos que, como tú, os queda un largo camino hasta poder valeros por vosotros mismos, un reto superior al que nuestra crianza supuso a nuestros padres, pues en aquellos años todo era más luminoso y predecible. Valgan unos ejemplos: El presidente de la República Francesa reconociendo que ha llegado "el fin de la abundancia", el informe de 2022 del Laboratorio Mundial de la Desigualdad alertando de que "las desigualdades globales contemporáneas se acercan a los niveles de principios del siglo XX" y el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión en Andalucía ya en el 38,7%.

Y así, solo puedo decirte que espero estar a la altura, que espero que estemos a la altura, porque mucho de cuanto hoy desafía al futuro no es inevitable y puede combatirse con inteligencia, compromiso y solidaridad.

Tu madre.

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