Casas vacías

¿Y ahora quieren arbitrar medidas para evitar que desaparezcan los pueblos y con ellos arrancar tantas raíces?

Cantaba Serrat hace mucho tiempo una canción incluida en el álbum Mediterráneo titulada "Mi pueblo blanco". Era la lejana fecha de 1971. Con ternura, con cariño, contaba la situación en la que se vivía en las pequeñas poblaciones. Terminaba aconsejando abandonar el pueblo y buscar el mar. Novelistas hubo que también exponían situaciones parecidas de desolación. Pongamos "La lluvia amarilla" de Julio Llamazares, donde narra el drama de la total soledad de la aldea. Se alzaron otras muchas voces en estos últimos años denunciando ese abandono progresivo, no ya de las cortijadas solitarias, sino también de pequeñas poblaciones condenadas a la desaparición. Han sido muchas las voces que se iban levantando y alertaban del fenómeno; pero parecían perderse en el vacío. Y ahora, de pronto, empiezan a sonar alarmas advirtiendo de que las cosas no pueden seguir así. Hay artículos emotivos, como el del pasado domingo a cargo de nuestro director, narrando el abandono de casas de los pueblos tras el fallecimiento o la reclusión en residencias de sus ancianos habitantes. Y por supuesto, partidos políticos que hasta el momento habían pasado del problema lo han puesto en primera línea de su actuación. Me pregunto: ¿cuál es la razón de este súbito interés? La despoblación del campo es algo que se viene produciendo desde principios de siglo XX, y eso lo sabemos los que estamos inmersos en la vida rural. Me gustaría decir que no hay familia en nuestros pueblos que no tenga o haya tenido alguien en América, en Europa O, sobre todo, en Cataluña. No lo digo porque aquí ya casi no quedan familias. ¿Y ahora quieren arbitrar medidas para evitar que desparezcan los pueblos y con ellos arrancar tantas raíces?. ¿Es que ahora estorban estas personas en las ciudades? Además ¿se ha hecho ya un diagnóstico de las causas? ¿Sabe alguien con cierta aproximación qué hay que hacer? Son muchas las causas: Económicas, culturales, falta de servicios y otras muchas. ¿Cuáles habría que atender? Reconozco que algunos esfuerzos se han hecho en esa dirección y tal vez por eso haya dejado de irse alguna gente; pero no llega gente nueva. Creo que es cuestión de mentalidad. Solo unos pocos nos hemos sentido atraídos por ese modo de vida, pese a sus dificultades. Pero nuestros coetáneos no están en su gran mayoría por abandonar las urbes. Solo un desastre como la caída del imperio romano tendría ese efecto.

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