Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

Catalanofobia

La xenofobia embrutece a todos, a quienes la padecen y a quienes la ejercen, pero también a quienes la toleran o contemplan impasibles

Amediodía , en el noticiero, los independentistas negaban la vacunación a guardias civiles y policías nacionales en Cataluña. No dudé del hecho (la no vacunación), aunque me pareció excesiva la atribución causal (negárselas). Conozco a unos cuantos ellos. Sin entrar a discutir su credo político, sí puedo afirmar que su componente humano no llega a esos extremos. Me los puedo imaginar defendiendo con su sangre la estelada, pero nunca desatendiendo a nadie. Entre sus filas hay xenófobos, como en cualquier otra sociedad burguesa y occidental. Torra es un ejemplo, lamentable, tanto como lo fueron Arana, Mussolini, Hitler o Franco, como lo siguen siendo Abascal, Le Pen o Trump, entre muchos otros. Aquella misma Cataluña entera era responsable de la discriminación a los cuerpos de seguridad estatales. Naturalmente, me pareció todavía más excesivo. A la semana siguiente, solo quedaba en la calle que los catalanes, todos y de manera indiscriminada, no querían vacunarlos. Nadie aclaró si el problema era privativo de Cataluña y de esos cuerpos, o si, por el contrario, afectaba a más casos, dentro de un proceso meteórico de vacunación que, por fuerza, ha de tener sus grietas. Algo parecía sospechoso, desde luego, porque esos mismos días también se conoció un desajuste en el volcado de los datos de MUFACE a Sanidad. Hasta donde yo sé, nadie lo interpretó como una estratagema del gobierno para no vacunar a funcionarios y deshacerse de ellos, pongo por caso. Las peores sospechas se confirmaron el jueves. Aunque la Generalitat ha resuelto el problema, la noticia no ha abierto ningún noticiario. La ciudadanía sigue convencida de la empedernida persecución catalana a los cuerpos de seguridad. La xenofobia embrutece a todos, a quienes la padecen y a quienes la ejercen pero también a quienes la toleran o contemplan impasibles. La catalanofobia es una forma de xenofobia inadmisible. Los excesos que puedan cometerse desde el otro lado de la trinchera no pueden ser excusa para amparar los propios, menos para demonizar indiscriminadamente a todo un pueblo, lo que constituye otra manifestación de racismo. En Núremberg se sentaron parte de los responsables de la monstruosidad que fue el III Reich, no se gaseó al pueblo alemán en su conjunto para que expiara las culpas de los nazis. Con Cataluña se está ejerciendo una lacerante amnesia histórica. Se queden dentro de España o se salgan de ella, muchos españoles tienen diversificados vínculos con esa tierra. Ha sido lugar de acogida para millones de ciudadanos que no encontraban salida en sus hogares, faro de la cultura peninsular, motor de modernidad contagiosa, residencia de familiares, ámbito de desarrollo económico. Hay infinitos retazos de biografías en común. Lo de menos es que se acomoden dentro de uno o dos estados. La mayoría de los catalanes no se merece esto; la mayoría de los españoles, tampoco.

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