República de las Letras

Caudillo

Por huir de los separatistas podemos caer en las garras de quienes pretenden la vuelta de la opresión y de la barbarie

Esta mañana, desayunando en un kiosco, he oído decir que esta vez va a ir a votar gente que no ha votado en su vida. Por miedo a la extrema derecha. Que la extrema derecha cause miedo en España está más que justificado. Este es un país con un largo historial antidemocrático, un país intolerante. Se nos ha incrustado en la mente, por ejemplo, la imagen del comunista como el diablo con cuernos y rabo. No es uno que piensa distinto, es un antiespañol. Es un rojo. Eso viene del franquismo (la otra noche, por cierto, pusieron en la 2 "Caudillo", de Basilio Martín Patino, año 1974; fue uno de los programas emitidos en televisión con motivo del ochenta aniversario de la Guerra Civil). El franquismo, además de una guerra civil, originó una dictadura de casi cuarenta años que dejó marcadas a tres generaciones de españoles. Militares, curas y ricos establecieron un régimen a su medida para alimentar y prolongar su predominio sobre una sociedad que se aletargó y, a cambio de orden público, abdicó de sus libertades y derechos y optó, para mitigar su miedo, por el silencio (con excepciones, como aquella huelga minera del año 1962, "el huelgón", que puso patas arriba las cuencas de medio país a pesar de la represión que el régimen desató contra los más de 350000 trabajadores que participaron en la lucha). De aquel silencio surgió, muerto el dictador, la democracia limitada y domesticada que se contiene en la Constitución del 78. Alrededor de ella el tiempo ha hecho resurgir ideas que habían permanecido soterradas bajo el espíritu de la Transición. Una es el redivivo problema catalán. Y otra, a rebote de la anterior, el fascismo moderno ultrapopulista tipo Trump, Bolsonaro, etc., que en España toma la forma de franquismo resucitado. Es este viejo franquismo de nuevas caras -los nietos de los primitivos franquistas- el que causa miedo. Tanto, que algunos se han dado cuenta de lo inconveniente de su compañía cuando ya es tarde para ellos: le han rendido pleitesía cobarde, le han plagiado ideas, y han acabado identificados con ellos. Franco vive aún. Vive entre los que quieren resucitarlo. Las libertades peligran con esta gente metida en el Congreso. Por huir de los separatistas podemos caer en las garras de quienes pretenden la vuelta de la opresión y de la barbarie: podemos matar la Libertad que disfrutamos. El voto, más que nunca, es un arma cargada de futuro. Y de Paz.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios