En Memoria

Rocío Fernández Zamora

Cayetana y el #MeToo

Un uso de aquella libertad y una forma de buscar esa erradicación mediante la valiente visibilización

La diputada del PP, Álvarez de Toledo, ha calificado de "movimientos que se han ido radicalizando, vengativos, mojigatos, y que nos limitan a las mujeres" a los movimientos tipo #MeToo, el movimiento que ha cambiado radicalmente la dinámica de la sociedad de EE.UU, especialmente la de su élite, y que, a la espera de más pronunciamientos de los Tribunales, ya ha visto las condenas a B. Cosby y L. Nassar y la prisión provisional de un buen número de personalidades, entre ellos, H. Weinstein, aquel cuyos abusos, por todos conocidos pero silenciados, iniciaron el fenómeno. Y me parecen unas declaraciones desafortunadas.

Desafortunadas porque es irresponsable llamar venganza a buscar, en los Tribunales, justicia para uno mismo y respeto para futuras generaciones.

Desafortunadas porque es temerario definir como mojigato a un movimiento que reclama, para ambos sexos, el poder sobre la propia sexualidad; ¿De verdad un cargo público ha lanzado el mensaje de que la cuestión aquí es que los denunciantes en estos movimientos son unos mojigatos?.

Y desafortunadas, sobre todo, porque los representantes políticos no deben desatender a ningún movimiento de la sociedad civil que se sitúe dentro de los límites legales y, menos aún, descalificarlo; Son obligaciones éticas de quienes nos representan mostrarnos que su representación nos atiende y respeta a todos, individual y colectivamente, y alimentar el respeto por toda expresión de libertad y toda reivindicación de un derecho, compartan, o no, su forma o su fondo, y hacerlo con especial lealtad cuando, como es el caso, se trata de una reivindicación en la que lo que en ella subyace ha logrado generar un consenso social sobre su existencia, su injusticia y la necesidad de erradicarlo.

Y eso es el #MeToo, un uso de aquella libertad y una forma de buscar esa erradicación mediante la valiente visibilización de lo que el poder, el miedo y la vergüenza logran ocultar; Tan valiente que el propio Parlamento Europeo, en su resolución del 11-9-2018, manifiesta que "celebra, en particular, iniciativas como el movimiento #MeToo y apoya con firmeza a todas las mujeres y niñas que han participado en esta campaña, incluidas aquellas que han denunciado a sus agresores".

Basta escuchar a Simone Biles hablando de las secuelas que sufre por los abusos de Nassar para entender que lo que limita no es contar lo vivido sino vivirlo.

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