Cerrajería festiva

Puertas cerradas a cal y canto, sin llave maestra alguna, pueden abrirse con prodigios de cerrajería repentina

Aunque haya pasado desapercibido, anteayer se celebró el Día del Cerrajero. Todavía no con la mayúscula dignidad de "mundial", pero todo se andará porque, en materia de cerraduras y candados, caben aún prodigios profesionales que ensalcen a los maestros del oficio. Ahora bien, como la metáfora abre las puertas de la imaginación sin necesidad de llaves que se extravíen, cuán necesaria puede ser alguna especialización de la faena cerrajera para reparar los cerrojos mentales con que se encarcela el albedrío del pensamiento. Mejor, del libre albedrío, como facultad de obrar por reflexión y elección; que el albedrío a secas también puede referirse a una voluntad no regida por la razón, sino por el apetito, el antojo o el capricho, y, entonces, mejor encerrarla bajo llave.

También se ha aprovechado esta conmemoración festiva del gremio para conocer la significativa evolución de las aperturas, cuando todo parezca bloquearlas y, de manera casi repentina, sin que existan llaves maestras, ni dé tiempo para fabricar una llave a medida de la cerradura cuyas llaves se habían arrojado al pozo de lo imposible, se abren las puertas con un regocijo extraño. Así se ha dicho de una cerrajería telemática, aunque otros profesionales prefieran llamarla cerrajería telepática. La primera podría asimilarse a una sofisticada evolución del mando a distancia, o del control remoto. Mientras que la cerrajería telepática tiene que ver con una confabulación, algo desconocida pero muy efectiva, por la que se adquiere una agudeza capaz de solventar bloqueos bastante mayores que los de una cerradura desengrasada. Ese, ese es un "nicho de mercado", aunque la expresión resulte tan cursi como desafortunada, porque las urgencias de ocasión, disponibles los cerrajeros las 24 horas del día, pueden cobrarse con un buen pellizco -así ocurre cuando profesionalmente se resuelven contratiempos de urgencia doméstica- pero han de completarse con nuevas perspectivas y "objetos de negocio" para la cerrajería del nuevo tiempo -todos los tiempos son nuevos al estrenarse-.

Finalmente, los cerrajeros, entre fiesta y debate, han dedicado su día a glosar, mediante comunicaciones de representantes internacionales del oficio, casos singulares en los que puertas cerradas a cal y canto se abren por "arte de birlibirloque", a fin de incorporar nuevas pericias a la antigua cerrajería.

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