La tapia con sifón

Chucrut

Le ponen alcaravea, que se parece al comino, y salchichas en vez de morcilla. A ver si no está claro

Se disputan franceses y alemanes la autoría de lo que unos llaman "choucroute" y los otros "sauerkraut". Y se oculta que el chucrut es de origen almeriense. Siguiendo con la campaña de recuperación de nuestro patrimonio gastronómico, voy a contar como se gestó la fórmula actual del chucrut. Es cierto que en el norte de Europa hay coles. Por culpa de su inhóspito clima, sólo tenían berzas, nabos, cebollas y zanahorias, hasta que la patata llegó en el s. XVIII y se convirtió en la base de sus cocinas (ver "El consumo de patata en Irlanda" de Flann O'Brien, 1941). Seguramente hacían algo parecido al chucrut; todos los pueblos del mundo conservan alimentos con sal, ácido, secado o ahumado. Pero, insisto, el chucrut que hoy se come lo inventó un almeriense, Juan P. (nombre ficticio porque aun viven sus nietos), oriundo de una pedanía de Abla. A mediados del s. XX se inició un gran movimiento migratorio: muchos miles de españoles se fueron a trabajar a la Europa que empezaba a ser próspera, mientras el régimen franquista mantenía España en la miseria. De Almería, una de las zonas más pobres, se fueron miles. Recuerdo las colas que había en Sanidad, en la carretera de Ronda, para pasar el reconocimiento previo a la obtención de pasaporte y contrato. Dos parientes de mi abuela y varios conocidos viajaron juntos. Iban pertrechados de chorizos, huevos duros y similares condumios para el largo viaje (casi dos días en tren a Barcelona y otro a Fráncfort). Juan llevaba una fiambrera con una berza almeriense que, con la calefacción de los trenes alemanes, fermentó. Como no era cosa de tirarla, sacó la morcilla y el tocino, los calentó en un infernillo y se los comieron. Pero la berza estaba agria de pantalones. Y aquí vino la idea genial: la volvió a cocer con unos cominos, tan usados en la cocina almeriense, y un litro del zurrache ("vino" turbio hecho con uvas de parra) que llevaba en una damajuana. Mano de santo: el alcohol y la alta acidez del zurrache se cargaron las bacterias, y junto con el comino, resultó el sabor que hoy tanto gusta. A los compañeros alemanes de Juan les encantó y lo empezaron a imitar. Pero como no tienen zurrache le echan esos vinos blancos flojos y ácidos que crían en sus frías tierras. Le ponen alcaravea, que se parece al comino, y salchichas en vez de morcilla. A ver si no está claro.

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