No me refiero a las cifras de fallecidos -cuyo recuerdo, como dice el poema, debería envenenar nuestra mente- ni de contagiados. Escribo sobre las cifras de paro de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre.

¿Por qué se han recibido con una mezcla de curiosidad e indiferencia? Primero porque no hace falta recordar a quien se está ahogando que se moja, ya se lo imagina. Y, sobre todo, porque recogen el comienzo. Las cifras que nos indicarán la importancia de lo sucedido son las que conoceremos justo -fíjate por donde- cuando iniciemos la nueva normalidad. Lo importante de los datos de la EPA no es lo que recogen, sino el vacío que dejan por lo que pudo haber sido. La subida del desempleo en Almería ha sido pequeña. El paro creció en 4.600 personas, pero es el aumento de quince días de marzo. Por cierto, es una encuesta, sus datos no son la Biblia, pero al utilizar los mismos parámetros durante tantos años, permiten comparar y sacar conclusiones para mejorar en el futuro, o bien, para lanzárnoslos a la cabeza, lo que ocurra antes.

Esos 5.000 representan a los que han perdido su empleo o han salido a buscarlo y no lo encuentran, no los ERTEs. Los trabajadores en este caso siguen contratados en las empresas, con sus contratos suspendidos. ¿El vacío de lo que pudo haber sido? El desempleo hubiera descendido por las colocaciones para Semana Santa. Esas son las oportunidades perdidas. Veámoslo desde el lado de los ocupados. Han descendido en "solo" 2.400, mientras que en trimestres similares de años en los que Semana Santa se celebra en abril, subía en más de 5.000. El vacío está ahí: en los que pierden empleo y en los que no lo encuentran.

Pero pensemos, mejor, en el futuro. Las cifras valiosas la darán, primero, el gasto en prestaciones por desempleo y total de beneficiarios del mes de abril que se conocerá a principios de junio. Será, como imaginamos, el más alto registrado nunca. La parte positiva de ellas está en que durante el confinamiento se mantuvieron las rentas de los trabajadores. La reforma de la reforma laboral quizás debería insistir en ello, en flexibilizar y no en dificultar, para que el despido no sea la solución primera a cualquier eventualidad. La otra cifra, la mala, la proporcionará la EPA del segundo trimestre. Reflejará el dato de los empleos ahora suspendidos y que se han extinguirán en la Nueva Normalidad. Llegará, entonces, el momento de juzgar las medidas que se aprueben ahora, porque de lo que hoy se haga dependerán las cifras que entonces conozcamos y ya no serán indiferentes.

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