La tribuna

carmen Pérez

Cine, 'crowdfunding' y financiación

EL cine, con motivo de los Premios Goya, ha venido a popularizar esta figura de financiación en la que multitud de inversores con pequeñas cuantías financian un determinado proyecto: El cosmonauta fue la primera producción cinematográfica en España financiada a través de crowdfunding: 400.000 euros conseguidos por medio de las aportaciones de más de 4.500 empresas y particulares, que confiaron en el éxito del proyecto. Es posible que estos inversores no hayan obtenido beneficios, porque las películas y otros proyectos culturales similares se convierten en numerosas ocasiones en un Entre todos más, aunque sin lágrimas, pero en la mayoría de ellos las partes establecen una relación puramente económico-financiera, en la que el inversor espera cobrar sus intereses por el dinero prestado, bien recibiendo una cuantía fija, bien en proporción a los beneficios que genere el proyecto en el cual ha confiado.

Con esta figura se traslada a escala doméstica lo que ya hacen desde siempre las grandes empresas, que suelen conseguir la financiación para algún proyecto de envergadura a través de la participación de varios agentes, que se reparten de forma variable cantidad y riesgo. Ocurre así con los préstamos sindicados, en los que un grupo de bancos o cajas se reparten la financiación en determinada proporción; o cuando se lleva a cabo una emisión de obligaciones o de pagarés, en la que una multitud de inversores se convierte en prestamista de la empresa.

En la actualidad se están disparando el número de proyectos que buscan financiarse con esta fórmula y, de forma paralela, se han multiplicado las plataformas que permiten recaudar este tipo de financiación, porque se dispone ya de la tecnología que lo hace posible: en Internet han proliferado las plataformas de crowdfunding que nos permiten publicar nuestro proyecto y recoger las aportaciones de una manera sencilla. Hay plataformas para todos los gustos, muchas dedicadas a proyectos empresariales, ya sean de carácter generalista o especializadas en sectores concretos o tipos de proyectos; otras, en las que cabe de todo: música, aficiones, financiación de personas, obras de caridad, etc.

Para la economía, los más interesantes son los proyectos de carácter tecnológico, que suelen tener mucho peso dentro del universo del crowdfunding, pero también otros que están recurriendo cada vez más a esta fórmula, como la investigación científica, los videojuegos, el desarrollo de aplicaciones o, incluso, como hemos mencionado, la producción audiovisual.

Pero como todo instrumento financiero el crowfunding tiene riesgos y conviene conocerlos antes de operar con él. De hecho, la Comisión Europea se ha interesado por su funcionamiento porque lo considera un buen canal de financiación para proyectos que tienen vedado el acceso a las vías tradicionales, pero está manteniendo una actividad constante para que se establezca cuanto antes un marco legislativo homogéneo en todo el territorio de la Unión Europea, y, sobre todo, para que se proteja convenientemente al inversor.

Los dos retos principales que se plantean son combatir el fraude y la utilización de esta vía para el lavado de dinero, por lo que habrá que buscar mecanismos que aseguren la existencia y veracidad de los proyectos que buscan financiación, así como el establecimiento de un mecanismo de registro de los movimientos generados en el proceso. También hay que introducir controles que garanticen el cumplimiento de todas las condiciones pactadas, sean cuales sean, porque la variedad de crowdfunding es elevada; por otra parte, el inversor debe conocer la falta liquidez de estas participaciones, ya que las posibilidades de salida de su inversión serán prácticamente nulas.

Muchas son las soluciones que se aportan para lidiar estos riesgos: poner techo al importe total obtenido por esta vía, limitar la cuantía de las aportaciones, regular y velar por la transparencia en los folletos o información emitida, obligar a difundir una valoración correcta y externa de los proyectos, o clarificar los impuestos que se generan, entre otras.

En definitiva, bienvenida sea esta vía de financiación si consigue que proyectos innovadores puedan llegar a realizarse; bienvenida también porque permite actuar como business angel a la medida de las posibilidades de cada pequeño inversor. La economía real se verá con seguridad beneficiada, pero, como siempre en el mundo financiero, hay que observar la máxima precaución, especialmente si entramos en estos proyectos como inversores y no como simples donantes. Porque aunque el descalabro económico sea pequeño, en todo caso, el sentimiento de haber sido timados puede hacernos aflorar, sin haberlo buscado, las lágrimas.

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