Cambio de sentido

'Cuidadanía'

En nuestras preocupaciones, la ley de Dependencia parece haber sido eclipsada por la de "Independencia"

Se lo cuelga al cuello con un cordón. Como una medalla. "Parece que te vas de romería, abuela". "Así no se me pierde", me aclara. Es "el botón", el dispositivo con el que avisar al Servicio Andaluz de Teleasistencia que -leo- atiende a unas 213.000 personas, la mayor parte de ellas mujeres de más de 80 años. Me sigue contando: "Me llama más de una muchacha. Y hombres también. Muy simpáticos. Me dicen que cómo estoy, que coma y que tenga cuidado con los microbios". Queda en silencio, reflexiva. Después añade: "Así tu madre está más tranquila". Pienso en la responsabilidad que históricamente han asumido sobre todo las mujeres -tantas veces por el mero hecho de serlo- en el cuidado y asistencia a sus familiares mayores, enfermos y demás dependientes. Cierto es que ahora también hijos y yernos y nietos acuden a asear y dar cariño y compañía a sus convalecientes o impedidos. (La diferencia es que aún hoy, a poco que nos descuidemos, éstos nos siguen pareciendo "buenos hombres" y aquéllas sencillamente "mujeres").

"Todos me dicen que tengo que encargarme de mis padres enfermos. Y yo ahora mismo no puedo ni encargarme de mí misma" -me comenta, con desesperación, una amiga. La semana pasada, una plataforma ciudadana salió a la calle en Pozoblanco para exigir a la Junta que se tomen medidas para la atención a la dependencia. En Andalucía -leíamos en la prensa este verano- la lista de espera para una ayuda rebasa los 62.000 dependientes. La ley de Dependencia, tan congelada, parece haber sido eclipsada por la de "Independencia", tan calentita.

"Está claro que, si no nos cuidamos entre nosotros…". Así continúa tantas veces la conversación sobre estos temas. Y es que, Administración aparte, más nos valdría contar con la comunidad cierta, próxima, presente, con una red de apoyo. Con la cuidadanía. Saber que, como siempre, como antaño, aquí están -y aquí me tienen- los vecinos de mi patio; aquí las amigas y conocidos que acuden y a los que acudo de inmediato; aquí unos transeúntes que corren como una exhalación para socorrer a un desconocido, y aquí quienes dejan lo propio para hacer causa común. Aquí el barrio, aquí la ciudad viva. Aquí toda esa cultura que a los creadores del "divide y vencerás", "cada mochuelo a su olivo" y "el mejor amigo es un duro en el bolsillo" les interesa extinguir. Si es que no la han extinguido ya. La semana pasada, en Úbeda, una mujer moría sola en una camilla de urgencias. No sólo a sí mismos, sino entre ustedes: cuídenseme.

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