Utopías posibles

Claustros unidos

El poder del grupo es inmenso. Que no os engañen. Otra escuela es posible, y se está haciendo

Por más que 25 años atrás Fukuyama se empeñara en que la historia había muerto, por mucho que los medios de comunicación inviten al desaliento constante, por más que se promueva constantemente el inmovilismo, excepto si hablamos de consumismo, y a la inacción, salvo en el sentido en que los mercados deseen… Por más que insistan en que los docentes de la pública seamos culpables de todos los males del mundo, quizá también del calentamiento global… Por más que haya intereses claros de desprestigio y redistribución de recursos hacia el negocio privado… Construir otra realidad, otra escuela, acaso otro mundo, es posible.

Cuando en una escuela una amplia mayoría del claustro decide hacer piña en torno a un objetivo común, todo empieza a cambiar. Las únicas premisas indispensables para el cambio son las altas expectativas y el trabajo colaborativo. Hay cientos, miles de centros cercanos y lejanos, en tu ciudad, tu provincia, en Andalucía y en otras comunidades que hoy mismo transmiten a su alumnado, a las familias y al resto de docentes que se puede cambiar, que las expectativas siempre se cumplen (cuando son negativas, y también cuando son positivas), que si trabajamos unidos, podemos.

Se me ocurren mil ejemplos, al respecto. Hay claustros que se agrupan en torno al trabajo por proyectos, quitando peso a la enseñanza tradicional. Hay claustros que deciden tomar como eje vertebrador de la vida del centro un proyecto de coeducación, un proyecto artístico, el trabajo en torno a educación en valores, o sobre temas académicos. Hay claustros que, bajo la excusa de trabajar las competencias clave, vienen cambiando mil y un aspectos de su práctica docente, construyendo una escuela mucho más humana y adaptada a las necesidades del alumnado de nuestro tiempo. Hay claustros que hacen un proyecto lingüístico, o toman como bandera el plurilingüismo. En otros casos se utilizan los días "D" (conmemoraciones y fechas señaladas). Otros claustros deciden transformarse en Comunidad de Aprendizaje, abriendo puertas y ventanas al aire fresco del entorno.

Hay claustros, y personas que pertenecemos a esos claustros, que por más que sople fuerte el huracán del desaliento, tenemos claro que nada ni nadie va a apagar la llama del trabajo bien hecho, compartido y asumido por la gran mayoría. El poder del grupo es inmenso. Que no os engañen. Otra escuela es posible, y se está haciendo.

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