Libertad Quijotesca

Colombine y el Greco

Colombine nunca perdió la esperanza para afrontar la adversidad. Siempre reconforta recordarla

Queridos lectores, estamos en vísperas de celebrar nuestras fiestas más entrañables, Noche Buena y Navidad, festividades que conmemoramos con la esperanza de que los mejores valores que atesoramos como personas y ciudadanos de la sociedad que compartimos, se renueven y prevalezcan. Nuestro presente hace dos años que viene siendo condicionado por dos pandemias inseparables: las intrigas de poder para destruir la democracia liberal en el mundo y el covid-19. No obstante, nunca hay que rendirse a la barbarie. Por eso hoy quiero hablarles especialmente de ilusión, vocación y de amor por nuestros proyectos de vida. De plantar árboles, sin que nos importe si disfrutaremos del cobijo de su sombra o el alimento de sus frutos. Para ello recurro al ejemplo de vida de nuestra universal paisana Carmen de Burgos Seguí. Otra insigne periodista, Asunción Valdés, dice de Colombine "Es un ejemplo admirable de hacer de la necesidad virtud. De como extraer algo positivo de una situación adversa". En 1907 C.B. se instala en Toledo como profesora de la Escuela de Maestras. Era un destierro por mantener sus convicciones ante la administración de la época. Durante la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX Toledo fue una enorme almoneda incentivada por penurias económicas, displicencia de las autoridades frente al expolio del patrimonio artístico, o mera codicia. Pronto Colombine se percató de la situación, uniéndose a las personas que la denunciaban en busca de solución. Decisiva fue su protesta (1907) acerca de estas oscuras compraventas de arte, y en particular de los cuadros de El Greco. Concretamente habló de las opacas transacciones para que salieran de España las obras "San Martín y el mendigo" y "Virgen con el Niño y las Santas Inés y Martina", que durante siglos habían permanecido en la Capilla de San José, propiedad por aquel entonces del conde de Guenduláin. La tenacidad de C.B. hizo que el caso ocupara las cabeceras de los principales periódicos de Madrid. El debate llegó hasta el Senado. Esta experiencia dio lugar a su obra "Los anticuarios" (1918) que nos lleva a conocer el intrincado mundo de las antigüedades a principios del siglo XX. En 1926 otro cretense realizó el primero de sus cuatro viajes a España, Nikos Kazantzakis, con parada en Toledo en busca de su ilustre paisano. Me gusta pensar que Colombine contribuyó a ese encuentro feliz.

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