La tapia con sifón

Comer de catering

Los dueños de discotecas y pubes dicen que con la música a toda pastilla se venden más copas

Laconversación que voy a contar es algo más que una anécdota, más o menos graciosa, de las que suelo traer aquí de vez en cuando. Me encuentro con un cocinero al que hace años que no veía. Lo conocí cuando era un joven que había acabado sus estudios de hostelería y redondeaba su formación en el recordado Espronceda. Ya era bueno y trabajé con él en varias jornadas gastronómicas. Se ha hecho un buen profesional y me cuenta que lo acaban de contratar como jefe de cocina en un catering. Una vez que toma tierra, pide el listado de platos y las fichas técnicas de los mismos. La respuesta es sorprendente: no hay fichas técnicas. Sabiendo que en esas fichas, indispensables en la restauración, se detalla la receta con las cantidades y precios de cada ingrediente para la compra de materiales, almacenamiento, etc., la conclusión a que llega cualquiera es que en esa cocina no se cocina, sino que se compran platos, tapas y postres industriales ya elaborados. Claro que también hacen algunas cosas, como platos de jamón y queso o canapés de fiambres y similares: una gloria para la gastronomía (¡qué palabra más abusada!) almeriense y su capitalidad nacional.

Pero, ya digo, no es anecdótico el caso de ese catering: en menos de un mes he estado en tres celebraciones de muy distinto tipo y organizadas por entidades distintas, todas de relevancia social. Y en las tres me he tenido que salir discretamente e irme a comer a otro sitio. Canapés de pan duro con una cucharada de tomate rallado seis horas antes y una loncha de jamón infame o de lomo reseco, burdas imitaciones de tapas de diseño mal descongeladas, tapitas de pulpo que es potón, foie que es paté de baja estofa…Y de los vinos ni hablemos: marcas anónimas y variedad nula. En fin, ya digo, una gloria para nuestra hostelería. Y más teniendo en cuenta que en esos "eventos" (todos de pie) había comensales cualificados, incluso en uno de ellos estaban un buen puñado de cocineros famosos de toda España. Por si era poco motivo para salir huyendo, dos de esos banquetes fueron amenizados con música estridente a todo volumen. Los dueños de pubes y discotecas dicen que con la música a toda pastilla se venden más copas, porque el personal tiene que gritar para entenderse y se le reseca la boca. En este caso, digo yo que será porque muchos se van sin acabar de comer y sale más barato el convite.

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