La tapia con sifón

Comprar en el ultramarinos

Para los que quieran seguir cocinando, pongo la receta de leche frita de Pedro Berrogui que sale perfecta si se sigue al milímetro

Las conversaciones de barra de bar que solía traer a esta columna, ahora sólo las recojo en las tiendas del barrio y en los puestos de la Plaza. Allí se encuentra uno con conocidos, vecinos, cocineros y desocupados, fauna nada habitual en el súper. En uno de los últimos ultramarinos clásicos, San Antonio, hay incluso un par de asientos para clientes y contertulios. Allí me entero de que las compras disparadas de harina, levadura y azúcar de la pasada primavera, se han convertido este año en demanda masiva de dulces elaborados: pestiños, roscos, leche frita, torrijas…La semana pasada decía José, el dueño, que ya se le han agotado dos veces los dulces cuaresmales. Vuelve la comodidad de siempre, era vana ilusión pensar que la pandemia iba a cambiarnos los hábitos. Y junto a la comodidad viene la rebaja de la calidad. Unos amigos me contaron que la leche frita que compraron el sábado pasado (no diré donde, de momento) era dura, incluso maloliente…fue a la basura.

Para los que quieran seguir cocinando, pongo la receta de leche frita de Pedro Berrogui que sale perfecta si se sigue al milímetro: 1 l de leche entera, 100 g de azúcar, 50 g de harina, 50 g de maicena, 2 yemas de huevo, canela en rama, cortezas de limón y naranja, harina y huevo para rebozar, aceite para freír, azúcar y canela molidos. Hervir la leche (excepto un vaso) diez minutos con el azúcar, la canela y las cortezas; se cuela. Mientras, se disuelven las harinas en el vaso de leche fría, se añade a la leche y se hierve otros cinco minutos (o hasta que espese). Se deja enfriar un poco y se añaden las yemas de huevo, una a una, mezclando bien antes de añadir la otra. Se unta una fuente con aceite, se vuelca la mezcla y se guarda en el frigo. Cuando esté muy fría se cortan tacos de masa con un cuchillo muy afilado, despacito; se pasan por huevo batido y harina y se fríen en aceite caliente. Al sacarlos se pasan por azúcar y canela.

De otro clásico de la Cuaresma, el bacalao, encontré en Blanes -otro ultramarinos que queda en la capital- unas magníficas cocochas. No vienen en salazón sino en salmuera, son de un tamaño fabuloso y salen tiernas y untuosas. Requieren menos tiempo de desalado (30-40 horas en el frigo) y se cocinan en un vuelo. Estupendas al pil-pil o rebozadas en harina y huevo.

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