Conciencias

Han sido tantas las veces en los que la evidencia ha estado en contra que me pregunto qué es "tengo la conciencia tranquila"

Son las declaraciones de Bárcenas las que me han indignado. Y las reacciones del ex ministro Trillo las que me han rebotado. Acepto sin reservas todas las presunciones de inocencia del mundo. Acepto, aunque algo a regañadientes, que sean aceptables y aceptadas formalmente todas las artimañas, la mentira entre otras, para intentar salvarse de la quema ante un tribunal. Utilizar mentiras es una especie de reconocimiento implícito de la culpa, y mentir puede abrir un camino al acusado para librarse de la pena. Pero hay algo (que puede ser una de las más sonoras mentiras) que lleva al acusado a decir: "Mi conciencia está tranquila". Y se quedan tan panchos. ¡Tienen la conciencia tranquila!. Me permito poner en duda que sea verdad. Pero considero mucho más interesante suponer que sea verdad, que tengan la conciencia absolutamente tranquila. Ocasionalmente, las resoluciones judiciales han demostrado más allá de toda duda, que el acusado nada tenía que ver con el delito que se le imputa. Pero han sido tantas las veces en los que la evidencia ha estado en contra de lo que han declarado con voz pomposa y con una aparente convicción total, que no tengo más remedio que preguntarme qué quieren decir con eso de "tengo la conciencia tranquila". Creo que la llamada conciencia se rige por el sistema de valores que configuran la personalidad del individuo, los valores que se le hayan transmitido a través de la educación formal y hayan absorbido de la sociedad en la que viven. Entre esos valores (como un metavalor) se encuentra la misma actitud que adopta un individuo frente a la trasgresión de las normas morales y legales. En tal caso, mantener la tranquilidad de conciencia ante la comisión de hechos no solo delictivos, sino que se han demostrado inmorales, o hechos de los que son responsables (aunque solo sea por negligencia in vigilando), requiere un análisis no solo de los valores de la sociedad en sí, sino de la complacencia de todos ante su violación. En ambos casos, hay que volverse al entorno social, hay que someter a crítica la moralidad pública. Si un individuo se mantiene impertérrito tras incurrir en casos graves de corrupción, o si un alto cargo, ex ministro, por ejemplo, llega a ser responsable de la muerte de 62 militares, si no se le cae la cara de vergüenza y va con la cabeza muy alta, habrá que pensar que hay una incalificable tolerancia social ante la corrupción y la dejadez.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios