Consistorio arborofóbico

Su decisión obedece a unos planteamientos urbanitas a los que molesta la tierra en el suelo, y las cagadas de los pájaros

Hay muchas fobias descritas en los manuales de psicología. Ignoro si la "arborofobia" existe como tal, y en su caso, tampoco sé si ha sido descrita. Pero si no, creo que podré echarle una mano a los especialistas, gracias a algunos concejales del ayuntamiento de Almería. Es que se han empeñado en arrancar, con futuro trasplante o sin él, unos árboles que llevan mucho tiempo ocupando su espacio en nuestra Plaza Vieja y, al parecer, sin hacerle daño a nadie, ni siquiera a los supuestos restos arqueológicos. Las razones para tan "ilusionante" proyecto no pueden ser más peregrinas: aumentar el aforo y ganar en diafanidad. A cambio, pondrán toldos para generar sombras (¿para qué poner esos elementos textiles si ya tenemos sombra vegetal?)y unas mesas (en las que habrá que pagar por sentarse), en lugar de los bancos públicos gratuitos en los que se disfruta de un fresquito natural. Pienso que su decisión obedece a unos planteamientos urbanitas a los que molesta la tierra en el suelo, las hojas y las cagadas de los pájaros. Como creen que los causantes de tanto desafuero son los árboles, listos ellos concluyen que si eliminamos la causa eliminaremos el efecto: quitemos los árboles y volverá el esplendor de suelos sin polvo y limpios. Craso error, porque hay razones estéticas, éticas y ecológicas que recomiendan todo lo contrario: no solo hay que mantener los árboles, hay que aumentar su número. Estéticamente, en una ciudad como la nuestra, donde el verdor no es precisamente la nota característica ni en el interior de la ciudad ni en el entorno, todo árbol es un regalo, y si se piensa que los árboles no nos dejan "ver el bosque"(o sea, los edificios del entorno), ¿podremos ver el bosque si no hay árboles que nos permitan sobrellevar el calor? Y éticamente, ¿no es un desafuero darle unos beneficios a unos particulares (fabricantes de sombrillas y dueños de bares) a cambio de casi nada? Ecológicamente, destrozar árboles es ahuyentar la fauna (todos llorando la disminución del número de gorriones), fauna que también tiene efectos benéficos eliminando insectos o suavizando los ásperos calores veraniegos. Son unas pocas razones (hay muchas más), que recomiendan dejar las cosas como están, y no convertir la Plaza Vieja en un erial como la Plaza de la Catedral bajo cuyos árboles tantas veces jugué en los recreos del "diocesano". Será una situación triste. Me entran ganas de encadenarme.

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