Cambio de sentido

Coplas retrógradas

Cuando los tiempos modernos se vuelven regresivos, pasar por retrógrada puede ser un avance

Dicen que son mis coplas/ del dieciséis/ porque digo los fechos/ que vos facéis", cantaba Chicho Sánchez Ferlosio. Llamadme, con él, María Obsoleta, aunque sospecho que recelar de ciertos engaños y servidumbres de la vida moderna es lo contrario de oponerse al desarrollo de las sociedades y la apertura de la mentalidad. En aquello en lo que los tiempos modernos se vuelven regresivos, pasar por retrógrada puede ser un avance. O, al menos, no será un retroceso.

"Dicen que son mis coplas/ del dieciocho/ porque yo a la podrido/ lo llamo pocho", prosigue Chicho. Recortando a tijera una noticia del periódico -acto que constata mi obsolescencia- encuentro otra que reza: "La influencer Dulceida presenta una fragancia inspirada en los sentimientos". Ignoro en cuáles. (¿Se referirá, acaso, al olor a victoria, que, como todo el mundo sabe, es el del napalm mañanero?). Me maravilla la disposición y agrado con el que influencers y adláteres acuden prestas a servir de perchas para marcas de afeites y arreos; me dejan atónita los autores que miden por likes -la unidad básica del complacer- la calidad de sus versos. A personas a quienes se les supone capacidad de raciocinio y discernimiento he escuchado afirmar que su nombre y ellas mismas son, en sí, una marca. Me espanta que ya ni espanten estas cosas.

"Dicen que son mis coplas/ del diecinueve/ porque digo que es blanca/ la blanca nieve". En la vida tecnodesarrollada, nos venden el control a cambio controlarnos, y seguridad a cambio de libertad. En ese trato, perdemos. "Ahora, por un poco más de dinero, usted puede hacer el seguimiento de su envío", me ofrece el operario de Correos. "¿Y por qué habría de vigilaros?", le respondo. Con mi móvil -esa navaja suiza de la telecomunicación- puedo hacer casi de todo. Perfecto. Pero si me lo dejara en casa un solo día, mi familia, empleadores y amigos pondrían en mi busca al Ejército. Eso sin contar lo que estos cacharros nos desvían la atención de lo único seguro que tenemos: el aquí y el ahora -que, dicho sea de paso, este aquí y este ahora (Sur y mayo) están esplendorosos-.

"Dicen que son mis coplas/ del diecisiete/ porque ataco a los miembros del gabinete". Y seguía: "Yo no me enfado/ que mi siglo parece/ que no ha empezado". "¿Pero en qué año remoto te quedaste?", me preguntó un moderno al oírme tararear esto. Le di varias respuestas. Les dejo una: "Cuando en Sevilla derribaron, en el nombre del futuro, el palacio de los Sánchez Dalp".

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