Corazón para el arte

He de reconocer, hasta hace bien poco, mi absoluta ignorancia en torno a la figura de Blaise PascaL

He de reconocer, hasta hace bien poco, mi absoluta ignorancia en torno a la figura de Blaise Pascal, una de las mentes más preclaras de la historia francesa.; científico y filósofo, literato y teólogo, brilló de igual forma en todas las disciplinas. Hijo de un cobrador de impuestos jansenista de noble ascendencia, Pascal no tuvo problemas económicos a lo largo de su vida, pero si una frágil salud que no le permitió vivir más allá de los treinta y nueve años en una época de guerras y miserias, la del barroco, que contrastaba con la fastuosidad del arte oficial y la abundancia de mentes preclaras, como la de Descartes. Su precocidad intelectual, verdaderamente asombrosa, encandiló a todos muy pronto. Lo que sorprende de Pascal es su versatilidad y flexibilidad, sin abrazar dogmatismos, tanto en el ámbito científico, como en el religioso o filosófico. En un tiempo en el que existía un auténtico divorcio entre los racionalistas puros -encabezados por Descartes- que defendían la lógica de las matemáticas -esto es, el proceso deductivo- como única forma válida, verdadera y universal de conocimiento, y los empiristas que hacían lo propio con la defensa del proceso inductivo científico basado en la observación de la naturaleza, Pascal supo tender puentes y abrazar ambas formas de conocimiento como herramientas igualmente válidas de la razón, capaz de complementarse dependiendo de cual fuese la materia de estudio. Pero, incluso, en su afán de perseguir un conocimiento aún mayor e ir más allá de los límites que la razón no podía sobrepasar, acuñó un nuevo ámbito, insólito para la época y verdaderamente revolucionario: el del corazón. Le sirvió, sobre todo, para dar respuesta a su intensa pulsión religiosa dentro del cristianismo, consciente de que pretender demostrar la existencia de Dios a través de la razón -como se propuso Descartes- era algo absurdo. El corazón es el terreno del sentimiento, de la intuición y del misterio; algo que se siente intensamente tiene que ser verdad y existir. Con el corazón el hombre puede asomarse a parcelas ignotas, pero verdaderas. Sin darse cuenta, Pascal descubrió un territorio sobre el que acabaría asentándose no sólo el hecho religioso, también todo el arte del mundo moderno.

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