Corpus Christi

Este Sacramento de Unidad, anima el trabajo por la justicia social a que de modo comprometido debe llevar

Ayer domingo, se celebró litúrgicamente el día del Corpus Christi, tradicional "Día de la Caridad", en el que hemos de percibir de un modo singularísimo como cristianos, el dolor y los problemas de cuantos sufren. Decía Merlán "que la felicidad que se busca para sólo uno mismo no puede ser encontrada nunca: porque una felicidad que se amengua a ser compartida, no es suficientemente grande para hacer feliz". Estas palabras tienen una relación viva con el Día de la Caridad y con el nuevo estilo que debe dominar con amor y sin fisuras el pensamiento y las actitudes de la Iglesia Católica. En la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, cuando se definen los distintos grados de la Jerarquía, todos ellos están matizados por el espíritu de servicio que entrañan, no por el grado de autoridad que puedan ostentar. Así, el Obispo es calificado como un sagrado servidor de la comunidad. El Sacerdote coopera con el Obispo en el servicio de la familia cristiana. El seglar es el otro vértice de enlace de vital importancia para que esta relación fraternal en comunión eclesial resulte eficaz en pleno siglo XXI. Todos los documentos conciliares están impregnados con la impronta de un verdadero y auténtico sentido de comunión. Comunión entre el Obispo y su Presbiterio. Comunión entre el cura párroco y su pueblo fiel. Todo ello permitirá, a buen seguro, que el ser humano, que en estos tiempos no cree más que en realidades concretas y visibles, vuelva a mirar al Evangelio como plenitud de vida espiritual. Una Iglesia, seglares y asociaciones pías, que no se encarna en los problemas humanos, que no sirve a las personas en sus necesidades, y que no da de lo que tiene, no representa la verdadera Iglesia de Cristo. Este Día de la Caridad adquiere además, y en primera instancia, su fuerza y su acicate de la fiesta del Corpus Christi, de la Eucaristía, en que se enmarca. Este Sacramento de Unidad, este Símbolo eficaz de Amor, ambienta y anima el trabajo por la justicia social a que de modo comprometido y comprometedor debe siempre llevar. El amor viene definido en el Evangelio como comunicación de vida y como motivación fundamental, gracias al cual es posible superar todo el sufrimiento, dolor y riesgo que su realización comporta. Con esta pretensión, con este deseo, el Amor a Dios y al hermano pobre al que Cáritas diocesana sirve, es el motor animador del trabajo, de la lucha contra esclavitudes, contra injusticias y contra el dominio del mal. Paz y Bien.

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