Carta del Director/Luz de cobre

El Corredor Mediterráneo y la posverdad

Aquí se ha intentado hacer de la falsedad noticia, en un intento de distraer la atención de lo que de verdad importa

Al director del Washington Post, Martín Baron, le preocupa el crédito que da hoy el público a las falsedades, que se niega a llamar posverdades (o verdades alternativas, como dicen los portavoces de Donald Trump). "Mucha gente no tiene interés en los hechos sino solo en la información, entre comillas, que está de acuerdo con su opinión preexistente. Es una amenaza a la sociedad civil y a la democracia. Es importante que estemos de acuerdo con los hechos, aunque estemos en desacuerdo con su análisis o las soluciones. ¿Cómo va a funcionar una democracia donde no se aceptan los hechos básicos?". Estoy tan de acuerdo con el director del Post que no he podido resistir la tentación de que mi artículo de esta semana comience con parte de su intervención, -una lección magistral diría yo-, que ofrecía en su última visita a España. Y es que los riesgos de instalarnos en la falsedad, y de tanto repetirla perder la conciencia y creer que se está en lo cierto son tan enormes en el periodismo y sociedad actual, que me producen rubor, inquietud y cierto miedo.

Viene esto a cuento de la última reunión celebrada en Valencia de responsables del Ministerio de Fomento con algunos de los representantes de las comunidades autónomas por las que transcurre el Corredor Mediterráneo. Una reunión importante, sin duda, pero que no deja de ser una más dentro de la política del Ministerio, instaurada por su actual titular, de contar lo que sucede y los pasos que se van dando en la obra. Pues bien. Aquí, en esta tierra nuestra, algunos han querido coger el rábano por las hojas y han intentado hacer de lo secundario lo importante. Aquí se ha buscado hacer noticia la no asistencia del consejero de Fomento de la Junta a la reunión -si hubo un director general-, cuando lo realmente importante son los pasos que el Ministerio de Fomento, el Gobierno de España, está dando para que la gran obra que puede vertebrar el Mediterráneo y este país a lo largo de este siglo, avance con la celeridad que merecemos, sin olvidar que, por ejemplo, en esta provincia los trabajos llevan parados cinco años.

Aquí, de forma torticera y no sin intención, se ha querido culpar a la Junta de Andalucía del desaguisado, cuando ellos no tienen una sola responsabilidad en la ejecución de las obras. Con seguridad los incumplimientos de la administración autónoma con esta tierra son muchos y serios, pero no lo es el retraso del Corredor Mediterráneo. Una falsedad que a base de repetirla se quiere hacer real o la posverdad en la que el presidente norteamericano ha instalado en la Casa Blanca y en su mandato y que unos y otros, los interesados y sus acólitos, tratan de distribuir cual reguero de pólvora para distraer la atención de lo trascendental. ¿Y qué es lo importante aquí? El retraso de las obras del AVE en la provincia, paradas un lustro y que su ejecución corresponde al Gobierno de la Nación. Sin más.

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