La semana pasada Carlos Álvarez tenía un recital lírico en Galicia. En el Teatro Colón de La Coruña el protocolo de la Xunta contra el Covid sólo permitía ocupar 60 de las 850 butacas. Con toda razón, el gran cantante andaluz comentó que no entendía por qué había ido en un avión lleno para cantar en un teatro vacío. Como el que no se consuela es porque no quiere, en Andalucía también cuecen habas. Ayer, en Málaga hoy mi compañero Pablo Bujalance criticaba la falta de elegancia de la dirección de Salud Pública de la Junta al señalar los actos culturales como chivos expiatorios de los contagios de coronavirus. [El artículo se llama Drásticos, no se lo pierdan]. En la plaza de toros de La Malagueta, de 5.000 localidades, los conciertos de la Orquesta Filarmónica han quedado reducidos a trescientas personas.

Salud toma medidas contra la cultura pero deja su casa sin barrer. A un amigo, trasplantado de riñón hace 33 años, le plantearon en Málaga una operación de próstata en diciembre. En Carlos Haya le dijeron que eligiese una clínica privada. Él rehusó e insistieron en que era el método más rápido. El paciente respondió que el sistema público le daba más confianza. Lo pusieron a la cola. Después llegó la pandemia y se prolongó la demora. En mayo le avisaron que la intervención sería "pronto", sin fecha precisa, y lo sacaron de la lista de espera. Al cabo de más de dos meses le anunciaron que sería el 28 de agosto.

El 26 se hizo la prueba PCR para descartar un positivo por Covid. Se presentó en el Hospital Civil el 28 a las 8:00. Y se encontró que se habían perdido los resultados y no constaba que hubiese hecho las pruebas. Con el quirófano retenido y los facultativos pendientes le hicieron un nuevo PCR sobre la marcha. Y alrededor de las 13:30 le comunicaron que los resultados tardarían todavía dos horas y había que suspender la operación. Que ya le informarían cómo volver a intentarlo...

El afectado presentó queja por escrito por la mala gestión de los protocolos, el coste de las pruebas y la nefasta planificación. Después la repitió en la web de la Consejería, aunque es inestable y resulta difícil averiguar cómo reclamar; dos horas de tarea. Hubo más despropósitos. Le proyectaron la nueva intervención para el viernes 11. Pero el tercer PCR, realizado el martes 8, dio positivo. Ningún servicio del SAS le avisó; sólo la cirujana que lo iba a operar. Ningún rastreador se puso en contacto con él o su mujer para saber dónde habían estado. Son ellos los que llamaron a un sitio y otro para indagar qué hacer. Los dispositivos Covid son contestadores automáticos, el único circuito que funciona es el centro de Salud. En Málaga los teléfonos de estos centros están saturados y los profesionales desbordados. Hay que ir personalmente y hacer cola.

La Consejería hace honor a su título de Salud y Familias, así en plural. Aunque eso no incluya a la familia cultural y la familia sanitaria esté tan desestructurada.

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