Pronto se cumplirá un año de un momento insuperable. El de aquel señor de mediana edad, calva incipiente, jersey de cuello alto de ochos, y firme aliado de la causa feminista que afirmó en televisión: "Yo besos y abrazos a todo el mundo, si el coro-coronavirus no existe". Lo dijo en la manifestación del 8M. Dio besos y abrazos a todo el mundo. En fin, de aquellos polvos…estas polémicas. Entrando en polémicas, pero laborales, el covid ha abierto nuevos frentes sellados con un despido. La última, Rita. Tal vez recuerden que apareció una foto suya enseñando los pechos a los mossos en una rave de Navidad. Foto repetida hasta la saciedad para ilustrar lo irresponsables que somos los ciudadanos. Tan hasta la saciedad que le costó el despido ya que las clientas de la peluquería la reconocen. Ella dice que se arrepintió al momento porque, además, sus padres vieron la foto en Italia y según declara "ahora están fríos". De nada sirve. ¿El comportamiento en la vida privada justifica un despido? ¿Una foto te lleva al paro? ¿Cuánto tiempo afectará una foto que se seguirá publicando como hubiese sucedido ayer? Da igual lo que respondamos, la verdad es que sí. No es difícil en un mercado laboral caracterizado por la temporalidad. Y no critiquemos la crueldad de la empresaria, porque es cierto que las clientas dejaron de acudir. A otra persona que el covid ha dejado desempleada es a la trabajadora de una residencia de mayores en nuestra provincia que se negó a vacunarse. Decisión polémica, sin duda, que obligaría a tratar la cuestión con los representantes de los trabajadores e incluirlo en los protocolos de prevención de riesgos. Más. La dependienta de la pescadería que llevaba la mascarilla por debajo de la nariz. Una clienta se quejó. Parece se quejó un montón de veces. Total, está despedida. En este caso hubo también falta de respeto al público y malos tratos de palabra a una superiora. La dependienta, después de decir a la señora de las quejas que a ver si es que era policía, le animó a arreglarlo en la calle, sin el uniforme (sin el uniforme de pescadera, no de policía que la otra señora no lo era).

Solo por la mascarilla bajo la nariz no hubiera sido posible, aunque sí sancionada, en aplicación de una doctrina gradualista, que no resuelve todo con la sanción más grave. Doctrina que convirtió en despido improcedente el del conductor de la ambulancia que recogía a los pacientes covid con la canción del "novio de la muerte" a todo trapo. Desagradable y medio bobo si, pero no hasta el punto de ser despedido.

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