Metafóricamente hablando

Crisis tengas y las ganes

La clase media adelgazó hasta hacerse casi invisible, a la par que las grandes fortunas florecieron

Llevaba varias horas, sentada frente al televisor, sufriendo abochornada el calor de una tarde de verano, cuyo cielo anunciaba la llegada inminente del otoño. Nunca habría imaginado que asistiría impotente al espectáculo que se desplegaba ante sus ojos. Creció en un país ilusionado con el retorno de la democracia, en el que la clase media comenzó a prosperar y a multiplicarse, formando la franja más amplia de la sociedad en pocos años. Pronto se pasó de la España del "seiscientos" a un país europeo y de progreso. Ciudadanos de pleno derecho que trabajaron con ahínco por conseguir un país más libre y más próspero, que comenzaron a cambiar estrechos pisos por viviendas adosadas, a viajar por placer en vacaciones, a cambiar la maleta de cartón de la vendimia por una segunda vivienda en la playa, y el "seiscientos" por un coche de alta gama. La vida social era intensa: reuniones familiares, viajes, días y noches al aire libre disfrutando de una copa, un trabajo igualmente intenso, con el fin de crear la riqueza necesaria para mantener el llamado "estado del bienestar". Sin embargo algo comenzó a cambiar con el siglo XXI. Primero fueron los atentados islámicos, que nos sumieron en el terror, aceptando todo tipo de restricciones a los derechos individuales. Entrar en un aeropuerto y perder la dignidad era todo uno: calzones colgando, al quitarse el cinturón, zapatos en las manos y pies descalzos, luciendo una uña a través del típico agujero del calcetín, mientras observamos impávidos como nos inspeccionaban el equipaje, metiendo mano entre nuestra ropa interior para sacar el desodorante, por tener una capacidad superior a la permitida. Todo se aceptaba con pasividad, atemorizados como estábamos de acabar estampados contra el edificio del Banco Central en Madrid, o la Sagrada Familia en Barcelona. Después, la crisis económica, millones de personas expulsadas del mercado laboral, con sus consecuencias: desahucios, pobreza, depresión…. La clase media adelgazó hasta hacerse casi invisible, a la par que las grandes fortunas florecieron. Se aceptaron trabajos mal pagados, horarios imposibles, despojo de derechos laborales reconocidos con anterioridad…En definitiva, los ciudadanos libres pasaron de ser sujetos de pleno derecho a súbditos, y un clima de tristeza y sumisión se apoderó de ellos. Pero los españoles somos empecinados, y en poco tiempo resurgimos: de nuevo se creó empleo, los adosados comenzaron a venderse, las segundas viviendas volvieron a ocuparse en vacaciones, y la alegría retomó la calle. Pero claro, "no hay alegría que cien años dure", llegó la pandemia como ángel exterminador, recluyéndonos aislados frente al televisor, mientras cambiamos sin pestañear nuestra libertad individual por la seguridad del hogar, frente al futuro incierto que nos paraliza. Crisis vengan, y las ganemos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios