Cuadernos

Los sardónicos protagonistas de la falacia van a cambiar el mundo, la vida y el arte

Detesto escribir un diario pero adoro que los demás los escriban. Los diarios son literatura, es decir, son el último estertor de la literatura exprimida en forma de edición toda vez que fallecido el escritor aparecen las novelas póstumas y al fin, los diarios. Rafael Chirbes no es una excepción. Llámalo diarios o memorias, viene a ser lo mismo, escritos el mismo día o más tarde. Sirven para ajustar cuentas, sacar la bilis, dar a cada uno lo suyo. En Chirbes hay más de anotación de los sucesos minúsculos, he leído esto, he hecho lo otro, que de opiniones o sucesos morbosos. Morbo hay, opiniones venenosas también, pero huele a fin de remezcla, extinción de todo lo escrito, muerte literaria, edición fúnebre, homenaje, relectura, principio de empezar a decir ahora todo lo contrario de lo que se decía en vida. Rascando en lo banal ha llamado la atención que le da duro a Pérez-Reverte, en mundos opuestos, sin nada que ver, pensando al escribir esto no lo escribo para que lo lean, solo para saciar a los sabuesos de los desechos, las hienas de cada cuaderno relleno de carroña. Los cuadernos, románticamente titulados, el cuaderno de hojas azules, el cuaderno burdeos, el cuaderno con lazos, la reflexión última del desengaño, la inutilidad de todo, nadie cambia nada, la vida, el artista, el mundo, la progresiva huida. Los sardónicos protagonistas de la falacia van a cambiar el mundo, la vida y el arte. Chirbes, etxebarrías y revertes aparte, relata el camino para sólo al final, hacer las obras maestras y hacer el corte de mangas a los gregarios, a los que incomoda, molesta y estorba. Acompañado de su desastre vuelve al principio y relee el nómada que termina en un mundo diminuto, con todo por hacer, con todos los escombros de la vida en la puerta de la casa, el aguacero final que destruye todos los desaires, enviado por los best para que se fastidie y se vaya todavía más lejos mientras prepara y pergeña sus dos últimas y únicas novelas. El camino hacia la iluminación que avanza rápido hacia la oscuridad y la pedorreta a los semejantes. Intentando día a día sistematizar el ritmo de vida, escribir, leer, mirar, ver. Por supuesto sin conseguirlo. Espero sinceramente que no haya más, que no se vayan dosificando los últimos alientos, que no aparezcan más hallazgos, más cuadernos, que todos se hayan destruido y que los gregarios ojerosos lo olviden a él y a mí para siempre.

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