Carta del Director/Luz de cobre

Cuarto y mitad de primarias en el PSOE de Almería

Cuando hablas con los dirigentes de antaño descubres el hartazgo por tanta lucha intestina y la priorización del yo frente al nosotros

Los últimos 40 años en el PSOE de Almería, el tiempo que llevamos de democracia, han sido de permanente ruptura, de diferencias insalvables, de desavenencias manifiestas, de intrigas permanentes y de consenso fingido. A pesar de tanta lucha fraticida, en los tiempos de bonanza poco importaba, porque al final los ciudadanos seguían votándolos elección tras elección. Hasta es posible que esa tradición de victoria haya influido, y de qué manera, en una guerra civil sin fin, que ya ha gangrenado hasta los tuétanos de una fuerza política rocosa, que ahora se ha convertido en un queso gruyere agusanado.

Las primarias a las que se ha visto abocada la agrupación local de la capital no son más que el reflejo de la situación agónica por la que atraviesa el partido, en el que el ‘sálvese quien pueda’ es la melodía que suena mientras el Titanic se hunde sin remedio.

Cuando hablas con los dirigentes de antaño, aquellos que vivieron los ‘días de vino y rosas’, aquellos que durante el día ejercían sus cargos políticos en las administraciones que gobernaban y por la noche hacían política en las agrupaciones, en las verbenas locales, en las asociaciones de vecinos... descubres el hastío y el hartazgo por tanta lucha intestina y por la permanente priorización del yo frente al nosotros, del interés personal frente al general.

Ni los retrasos en los plazos de las normas que ellos mismos han aprobado les importa. Ya saben aquello que decía Groucho Marx sobre los principios: “estos son los míos y si no le gustan tengo otros”.Pues en esa línea encontramos conciliábulos e intentos baldíos de buscar puntos de encuentro entre las distintas sensibilidades que no han conducido a ningún lugar. Nunca hubo voluntad de hacerlo. Al contrario. Todas las partes son conscientes de la ardua tarea que espera a la futura candidata (Adriana Valverde o Carmen Aguilar). Pintan bastos y bastante harán con mantener resultados. Toca conformarse con la pedrea. De ahí que la batalla camine por estos derroteros. No se trata, para pesar de aquellos que en su día sostenían esta fuerza política, de pelear la victoria, sino de minimizar la derrota.

Hasta es posible que no se llame a la militancia a votar finalmente. Incluso se puede esperar un acuerdo de última hora. Acuerdo que se base en el reparto de puestos en la lista que satisfaga a las partes y hasta la próxima batalla. Todos tan contentos y a afrontar una campaña plagada de minas, con una militancia desmotivada, alejada de lo que un día fue y a seguir vegetando cuatro años más. Sin motivación, y en disputas, alejada la imagen de unidad, sólo los más optimistas pueden esperar un resultado óptimo. No se trata tanto de ganar, que es casi una utopía, sino de mantener resultados. Una posibilidad en la que no creen ni aquellos y aquellas que viven en el barro.

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