Dada mi edad y, siguiendo la norma de los 25 años por generación de Ortega, ya son mayores de edad dos generaciones de españoles posteriores a la mía.

Afortunadamente, ninguna de esas dos generaciones tiene que gastar parte de sus fuerzas ni, lo que es más importante, de su tiempo vital, para conseguir tener cubiertas no sólo sus necesidades básicas, sino algo más. De verdad que me alegro por ellos y, lógicamente, me queda la satisfacción de haber, en la medida que me ha sido lo posible, puesto mi grano de arena para que eso sea así. Está claro que "esos granos de arena" que he mencionado no han llovido del cielo en una tormenta que acarreaba arena del Sáhara.

Pero mira por dónde, el uso o gasto que hacen de esos bienes es semejante al metabolismo basal de nuestro cuerpo; es decir, lo que gastamos cuando estamos durmiendo. Tampoco me extraña, porque parece que, salvo honrosas excepciones, están aletargados (v. 2ª acep. letargo).

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