Cultura sin lactosa, por favor

Vivimos una cultura llena de prejuicios y por lo tanto los culturetas siguen siendo intolerantes

Existe un discurso pronunciado por Nicolás Salmerón en el Círculo literario de Almería, a finales del siglo XIX, donde repite la palabra tolerancia dentro de la cultura, como motor de convivencia dentro de las ideas contrapuestas. Allí dejó claro su interés por la libertad de miras. En ese momento, una idea tan poderosa, estaba en un contexto muy concreto: el de la superación del escolantismo cultural y el de las viejas estructuras heredadas de la religión. Para él la regeneración cultural venía representada por la ciencia y los descubrimientos que mas le incidieron (Lavoisier y etc), y por la misma filosofía de la que se declaró devoto seguidor. Se refería a Sócrates como ejemplo de la enseñanza de la filosofía y de la idea de aprender a morir como argumento vital. Su discurso crítico y heterodoxo, en la Almería de entonces, estaba enlazado con este escenario. No obstante hay sinergias con el presente. A mi aún me surgen dudas de si en este país la cultura se administra con tolerancia. Y cuando digo cultura no solo me refiero a la cultura producida por los intelectuales y artistas, sino a la cultura antropológica. Tengo dudas de si es posible expresarse libremente en público; de si los solidarios toleran a los no solidarios; de si los políticos conviven con los metapoliticos. Existe una cultura de lo políticamente correcto, de la libertad estereotipada, y de los dogmas repetidos, donde no es posible discrepar sin la censura del descredito social. Y esto también sucede en Almería. Nadie dice lo que piensa en la cultura, y entre los pocos que lo hacen existe una declarada intolerancia. La cultura hoy día está llena de intolerantes. Como en la época de Salmerón, persisten las secuelas del escolantismo y de los prejuicios culturales. No hay dialogo cultural. Para ello debería haber un debate entre ideas distintas, en lugar de esta guerra entre ellas. Desgraciadamente el pensamiento crítico está ausente. La razón se demuestra aun repitiendo muchas veces lo mismo. Lo dijo Sócrates: ¿cómo vamos a conversar todos si pensamos lo mismo? Un monologo coral (a varias voces) no puede ser tomado como un dialogo. Por ello se hace necesario pronunciar la palabra maldita dentro de la cultura: intolerancia. Y declarar que vivimos en el momento de los culturetas intolerantes. Salmerón, como siempre, está vigente por la fuerza de sus argumentos.

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