La tapia con sifón

Daños colaterales

El dineral que se gastan en publicidad y en estudios seudocientíficos hace difícil la lucha contra la comida basura

Si digo que la cocina casera ha sufrido daños colaterales por el feminismo, saldrán a relucir cuchillos. Me explico, si me dan dos minutos. Pocos movimientos hay más justificados que el feminismo y pocas luchas son tan necesarias, a pesar de los cambios -importantes pero insuficientes- que se han producido. En España empezaron los cambios hace un siglo, se desarrollaron durante la República y sufrieron tremendos retrocesos con el franquismo. Volvieron -acrecentadas- las leyes represoras, que sufrimos los "forrenta" años, que dijo Forges. Con la democracia se retomó el camino hacia la igualdad. En las leyes, que las costumbres cuesta más cambiarlas.

El caso es que, aunque con sordina, los movimientos del 68 iban llegando a nuestro país. Muchas mujeres de mi generación empezaron a rebelarse. Los maridos y padres no estaban mucho por la labor, como tampoco lo están ahora todos, ni mucho menos (es especialmente preocupante y desconcertante el machismo de los quinceañeros actuales), así que muchas jóvenes se impusieron la tarea de educar a sus hijas en las ideas de libertad e igualdad. Se negaron a que fueran las esposas sumisas que predicaban (y legislaban) la Iglesia, el Estado y la mayoría del varones. Y -aquí entro en mi tema- la cocina fue uno de los espacios y tareas más denostados. La verdad es que cocinar es trabajo duro, sobre todo si no te gusta, y aquellas cocinas eran mucho más incómodas que las actuales. Pero lo lógico hubiera sido enseñar a cocinar a los hijos varones o a ambos. Porque el resultado es que, en vez de comer saludable y rico, infinidad de ciudadanos de los países desarrollados comen alimentos procesados por una potentísima industria que, literalmente, nos envenena, eso sí, lentamente. Los infinitos aditivos, las grasas innobles, las ingentes cantidades de azúcar y de sal que introducen en sus productos tienen efectos terribles que ya estamos pagando en gasto sanitario, sin contar la calidad de vida. El dineral que se gastan en publicidad y en estudios seudocientíficos hace difícil luchar contra la comida basura. Las cipotás de famosos y jetas no ayuda. Pero algo ha contribuido a que triunfe esa tendencia la huída de los fogones de varias generaciones de mujeres, sin que sus hermanos las sustituyeran como sí hicieron el jueves en casas y trabajos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios