Opinión

Joaquín Pérez de la Blanca

Daños colaterales

Van a conseguir que todos nos hagamos independentistas. Pena de país, pena de España

En el escenario en el que nos encontramos, todos los sectores sociales y colectivos estamos siendo víctimas directas e indirectas y padeciendo las consecuencias, tanto de las medidas adoptadas en materia de prevención sanitaria, especialmente los confinamientos, como de las derivadas de la crisis económica y social que está desencadenando la desaceleración, e incluso la paralización, de la actividad económica.

Por desgracia, conforme avanzamos en esta lucha contra ambas crisis, la sanitaria y la económica, vamos obteniendo datos y cifras que cuestionan y dejan en evidencia las políticas públicas adoptadas desde el ejecutivo central como mando único tras la primera ola y el decreto de estado de alarma del pasado mes de marzo. Que seamos, según cálculos de organismos como el FMI o la OCDE, el país desarrollado donde más va a caer el producto interior bruto (en torno al 12%), o que encabecemos el listado de países con mayor número de muertos por millón de habitantes, pone de manifiesto el resultado de la actuación de este gobierno.

Por desgracia, también existen otros datos que demuestran que este año tan duro nos está pasando factura a otros niveles, como el social, afectando por ejemplo a una importante institución como es la familia. En este sentido, se ha observado un aumento de las separaciones de parejas motivado, precisamente, por la fricción provocada durante la convivencia forzosa durante los meses de confinamiento y de crisis. También se están resintiendo las relaciones de amistad y las relaciones laborales. No disponer de tiempo que dedicar a los demás, motivado precisamente por el miedo al contagio, a las restricciones de horarios y de movimiento, etc., provoca que estas relaciones pueden verse afectadas por el aumento de la desconfianza y la desazón. No hablemos ?ya de las depresiones y fobias que está generando en muchas personas, provocando incluso hastío a la hora de salir a la calle, entrar en alguna tienda o consumir en bares.

Una cosa hemos de tener clara: De esta sólo podremos salir con grandes dosis de optimismo ?y esfuerzo y con la ayuda de los demás. Respecto de lo primero, acabamos de recibir un buen ?espaldarazo tras el anuncio de la llegada de la vacuna, atisbándose una pequeña luz de esperanza a lo lejos. Respecto a lo segundo, es obvio que nadie puede valerse por sí sólo y que en muchas ocasiones se hace necesario pedir ayuda. Es por ello que animo a todos aquellos que necesiten tratar cualquier problema, preocupación o ansiedad para que acuda a la familia, a los amigos o a algún profesional que ayude a poner en orden nuestras ideas y prioridades. Puede que tengamos que cambiar nuestros hábitos, pero no por ello podemos dejar que esta pandemia arruine nuestras expectativas de futuro.

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