Decepciones

La decepción es un drama del que no podemos desprendernos porque tampoco podemos hacerlo de la condición humana

Según la RAE una decepción es un dolor acusado por un desengaño o similar que conduce a una emoción dolorosa y acusada. Estadísticamente las decepciones suelen producirse a consecuencia de otro ser humano o por la sorpresa de una circunstancia inesperada. El drama, nuestro drama, se constituye así por estas experiencias adversas que nos afligen en lo cotidiano y en lo extraordinario. Pero la intensidad del drama aumenta si es otra persona la causa; si es otro ser humano quién te falta a la lealtad. Ese es un motivo suficiente como para sentirse muy decepcionado. La causa de esto tiene que ver, entre otras cosas, con un concepto poco tratado: la reciprocidad. En nuestro tiempo hay una carencia total de esto en las relaciones sociales. Cuando establecemos una comunicación en hechos con los demás no somos correspondidos porque los demás no responden con la misma intensidad ni interés. Todo lo contrario nuestra sociedad es la sociedad de los no correspondidos emocionalmente, de los solitarios y abandonados por la no correspondencia. Eso es la decepción: la sensación de fracaso cuando no se recibe lo entregado gratuitamente a otro; también es el vacío existencial que señala que nuestro dolor es un dolor propio de la condición humana. Solo las personas pueden decepcionarse o decepcionar; faltar al aprecio o apreciar; engañar o engañarse. Por desgracia el individualismo marca la escala de valores del ser humano, dejando al margen la necesidad de correspondencia. La decepción proveniente de la ausencia de esto, es una emoción existencial que acompaña al hombre posmoderno en su recorrido vital. Al igual que para Sartre la angustia era el motor humano que conducía al deseo de libertad, yo creo que es la decepción quien impulsa a las personas a demandar situaciones más libres y dignas donde se establecen mejores lazos de correspondencia y donde la vida en sociedad es posible bajo unos mínimos. Tal vez la soledad incrustada en este estado sea una soledad existencial, una soledad indiscutiblemente ligada al género humano enfrentado entre sí o damnificado por su propia naturaleza. Por todo ello puede que el ser humano sea el único animal capaz de decepcionarse a sí mismo cuando reflexiona sobre lo qué es o sobre lo que le gustaría ser. La decepción en definitiva es un drama del que no podemos desprendernos porque tampoco podemos hacerlo de la condición humana.

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