Utopías posibles

Definición de éxito educativo

El propio Freire habla de formar personas libres y con conciencia de su posición en el mundo

N O deja de sorprenderme que haya profesorado de niveles obligatorios que, tras décadas de docencia, sea incapaz de definir con claridad el que probablemente es el concepto más importante en educación. Tampoco es raro encontrarse con profesorado universitario o algún catedrático de reconocido prestigio, que lo planteen abiertamente. «El éxito educativo es muy relativo, depende de lo que cada cual entienda», dicen. Todo muy postmoderno, relativista y perjudicial para el futuro de chicos y chicas.

Desde hace muchos años la literatura científica muestra un enorme consenso al respecto. Tenemos toda una serie de indicadores cuantitativos (numéricos), como son las calificaciones, la promoción (el paso de curso), la titulación, los índices de abandono y absentismo, la tasa de idoneidad (el alumnado que termina cada curso con su edad), el número de conflictos de convivencia, el número de expulsiones… Bien es cierto que los números, cuando se refieren a cuestiones humanas como el aprendizaje, significan aquello que las personas queramos otorgarles, pero hagámonos una sencilla pregunta: si pensamos en nuestro hijo o hija, ¿querríamos que formara parte de las estadísticas positivas, o negativas? ¿nos daría igual? Evidentemente, no. Y no solo queremos que nuestro hijo o hija tenga un número lo más alto posible, sino que además ese número signifique determinadas cosas.

Para aclarar el significado de los números, nada mejor que acudir al más citado de todos los autores en pedagogía, que no es otro que Paulo Freire. Para Freire, la auténtica libertad es la libertad de elegir. No queremos que todo el alumnado tenga un 10 para que vayan en masa a la universidad, sino para que sean lo que quieran ser en la vida. Por tanto, el número debe representar aprendizajes auténticos y profundos… pero eso tampoco es suficiente. El propio Freire habla de formar personas libres y con conciencia de su posición en el mundo. «Nadie es, si se prohíbe que otros sean», afirma el autor. Por eso también necesitamos que el éxito vaya ligado a la democracia, la justicia social, la conciencia crítica, la autonomía, el diálogo y en definitiva, la construcción de un mundo mejor (aspectos no medibles).

Dejémonos, pues, de debates estériles y dañinos. Familias, alumnado, profesorado, sociedad en general, pongámonos a trabajar en esa dirección… ¿O alguien no desearía todo esto para sus propios hijos e hijas?

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