Derechos fundamentales

me aburren profundamente los discursos políticos anclados en la mediocridad y en la benevolencia

Sinceramente me aburren mucho los discursos políticos. Lo reconozco. Esto es así porque están basados en la rivalidad y en el mantenimiento retrógrado de eso que llaman las izquierdas y las derechas. No creo que hoy en día eso sirva para nada más que para mantener el relato que proporciona puestos de confianza en la función pública. En ese derredor, nadie aspira a superar ese discurso por el bien del país; nadie siente empatía por el ciudadano. Precisamente por eso, por la reiteración de lo mismo, los discursos políticos actuales me aburren; me generan apatía. Además me parecen ofensivos para el ciudadano porque no se ocupan de nada más que sirva para alimentar dicha rivalidad. Sirva de ejemplo este análisis sobre dos derechos fundamentales. 1) El trabajo. Aunque en todos los programas electorales aparecía la anulación de la reforma laboral del 2012, ningún partido aún ha promovido este proceso. Todo lo contrario, los derechos perdidos en ese momento se perpetúan sin la empatía de los dirigentes. ¿Cuándo se va a derogar? ¿Cuándo se va a hablar de esto? 2) La vivienda. La ley hipotecaria española es de los años 50, estando del todo descontextualizada. El mercado inmobiliario no está controlado: nadie evita la estafa ni el abuso económico. Hoy día existe una burbuja del alquiler que empobrece a la ciudadanía. Por otro lado no está regulada ampliamente la ocupación ilegal. A grandes rasgos la situación de la vivienda en España no permite una vida digna para la mayoría. Y sin embargo en el congreso no se habla de esto, no es una prioridad. ¿Cuando se va a decir algo al respecto? Queridos lectores, considero que la clase política debe ocuparse de los problemas derivados de los derechos fundamentales reconocidos en la carta magna en lugar de repetir ideas que no salvan a ningún pobre de su martirio. Por eso me aburren profundamente los discursos políticos anclados en la mediocridad y en la benevolencia de un pueblo que hace tiempo ya que renunció a la idea de rebelarse y exigir sus derechos. Cuando en una comunidad humana la clase política deja de luchar por el trabajo y la vivienda de su pueblo declara que el verdadero régimen de gobierno en el creen es la tiranía, la oligarquía o la plutocracia, nada que ver con eso que de vez en cuando aparece y que llaman democracia. Por eso me aburren tanto los discursos políticos. Siempre dicen lo mismo.

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