Utopías posibles

Desinformación y economía, dos problemas

Empezamos septiembre con la preocupación permanente por la expansión del coronavirus y me temo que así seguirá por un tiempo. En este comienzo de curso, me gustaría detenerme de nuevo en dos temas que me parecen importantes y de una vigencia permanente en el tiempo: la desinformación y la importancia de la geoeconomía.

Para hablar de la desinformación quiero utilizar otra vez la cita de Mark Twain que abrió mi artículo en su día: "Es más fácil engañar a la gente que convencerles de que han sido engañados".

Leia recientemente en algún sitio que "los vencedores en los conflictos, además del botín, tienen el premio de conformar el relato de lo sucedido". Me pareció muy acertada esa afirmación que, trasladada a nuestros días, se podría traducir en que cada grupo de presión (gobiernos, partidos políticos, empresas, medios de comunicación,…) dedican un gran esfuerzo a trasladar el relato de lo que sucede en la versión más favorable a sus intereses. Cuanto más esfuerzo y medios dedican, más éxito obtienen influyendo en la opinión de la sociedad. La verdad queda en muy segundo plano.

La política nacional e internacional, son campos de juego donde la desinformación, las campañas de influencia y la manipulación son muy frecuentes. La información que nos llega no siempre se corresponde con la realidad (no es la verdad), pero define la realidad construyendo un relato; recordemos aquello de que "una mentira mil veces repetida se transforma en verdad". Y al final esa es la "realidad" que queda y que muchos terminan dando por buena. Pensemos por un momento en las consecuencias de esto, que son muchas y no suelen ser buenas.

Debemos esforzarnos en desarrollar un pensamiento crítico, en analizar el origen de las noticias y utilizar varios medios para contrastarlas. Es fundamental buscar información objetiva en fuentes fiables y formar nuestra propia opinión, huyendo de los que nos quieren influir con la suya.

En relación con la economía, retomo también uno de los párrafos que utilicé en otro artículo: "La economía siempre ha estado presente en

los conflictos y en épocas de crisis, y ahora lo está en mayor medida por la globalización".

Hay una dimensión local de la economía que es muy importante, la vemos en nuestro entorno más próximo y afecta a los puestos de trabajo y las economías domésticas, pero también hay una geoeconomía que, aunque la vemos lejana, tiene una influencia sobre nosotros mayor de lo que creemos.

El mundo actual es muy complejo y está en constante cambio. En este cambio influyen muchas causas, algunas inesperadas, como la pandemia actual, y otras que van generando cambios de forma constante, como los conflictos que hay continuamente en el mundo. Todos tienen una dimensión económica que nos afecta de forma directa o indirecta.

El centro de gravedad del mundo se ha desplazado hacia el Pacífico, Europa ya no es el centro, pero ello no implica que no se tenga capacidad para gestionar nuestro futuro. Ser un actor importante y decidir con visión estratégica es imprescindible en estos momentos para cualquier país.

En el caso de España, estamos en un momento crítico por las graves secuelas que puede dejar la crisis actual en nuestra economía. Determinadas políticas, más centradas en el corto plazo o en intereses muy particulares y que pecan de poca visión de futuro y de falta de sintonía con la realidad nacional e internacional, son la peor medicina para los males económicos y sociales que nos afectan.

Hay momentos en la historia de los países en los que situaciones inesperadas o aquellas que no se supo prever sus repercusiones a tiempo o no se gestionaron de forma adecuada generan unas consecuencias en nuestras sociedades que marcan su futuro. De una crisis se puede salir fortalecido o gravemente perjudicado en función de las decisiones que se tomen para afrontarla.

A pesar de todas las dificultades, es fundamental adaptarse a cada nueva situación con amplitud de miras y con espíritu colaborativo, siendo exigentes con los que nos gobiernan y aportando cada uno lo que nos corresponda para seguir avanzando como sociedad. No resulta sencillo, pero no nos queda más remedio.

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