Despoblación

Son conscientes del problema. Y en ese reconocimiento hay coincidencia entre los dos principales partidos de la Diputación Provincial

Por lo menos parecen ser conscientes del problema. Y en ese reconocimiento ha habido coincidencia entre los dos principales partidos de la Diputación. Si esta ha de ser, como dicen sus portavoces, la legislatura del diálogo, este parece ser un comienzo prometedor: la despoblación de bastantes zonas rurales necesita una atención prioritaria. No es la primera vez que trato el tema, y me congratula ver que los poderes públicos provinciales están dispuestos a hacer todo lo posible para detener esa despoblación. Supongo, no sé si será mucho suponer, que, aparte de reconocer el problema, habrán hecho ya un diagnóstico adecuado de sus causas. Es una pena que, ni gobierno ni oposición, lo hayan hecho público. Claro que reconozco que no era ese el momento, y se quedaran en una declaración de intenciones el día que se constituyó la Diputación. Pero es que la acción orientada no ya a repoblar los ámbitos rurales (esto no lo han dicho), sino a impedir que se sigan despoblando, no pueden ser simples palos de ciego, o un gasto alocado de dinero; hay que determinar cuáles de los múltiples factores hasta ahora reconocidos (desde pobreza casi endémica, futuro turbio o inexistente, o descarada discriminación en servicios públicos) podrían mitigarse, o si hay algún otro factor del que se haya hablado poco o nada y cuya potenciación, caso de ser positivo, o su desaparición si negativo, coadyuvaran a la desaparición del problema. Insisto en que celebro esa coincidencia entre gobierno y oposición. Será uno de los temas sobre los que tendrán que dialogar. Pero muchas de las medidas que se han adoptado hasta ahora (y que aplaudo), las que se nos ocurren a los profanos, han sido como un ligero tapón de la desbandada y han favorecido el bienestar de los que permanecen, en ocasiones contra viento y marea: desde mejora en las comunicaciones, a servicios médicos, pasando por los educativos; pero a pesar de eso, los pequeños núcleos de población, los pueblos pequeños, siguen perdiendo gente. Esto hace que muchos nos sintamos bastante pesimistas. Porque, viviendo en el campo y echando una ojeada a los que viven a mi alrededor, los pocos que están por aquí tienen (yo también) una edad bastante avanzada, y no se adivina un relevo próximo. Ardo en deseos de conocer qué tienen en su mente los que van a gobernar nuestra provincia. Y siendo defensor como soy de este modo de vida, prometo apoyarlos sin reservas.

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